La Nueva Mayoría y la Realpolitik

La Nueva Mayoría es el conglomerado de partidos en el que se cristaliza ejemplarmente en Chile la forma actual de la Realpolitik. Esto significa que su propósito esencial pasa a ser la administración del poder del Estado y el establecimiento de acuerdos de sus fuerzas componentes, más que la realización de ideales éticos o políticos que estas pudieran sostener y representar cada una por su lado.

Si bien en ciertos momentos esta forma de la política puede ser justificada, debido que sin estos acuerdos el sistema democrático podría ponerse en peligro, en otros, su intento de ejecución comienza a corroer las bases mismas del sistema político debido al necesario desprestigio en que termina por caer una política pragmática que le da la espalda a los principios y a los ideales. Es lo que está ocurriendo hoy día en Chile.

Aunque una política de principios también tiene sus riesgos, como quedó demostrado en el periodo de la Unidad Popular en Chile, en el cual la obcecación poco lúcida en ciertas ideas condujo a una imposibilidad de acuerdos que terminó empujando al país hacia un camino sin salida, una política puramente pragmática en la cual la necesidad de los partidos de mantenerse unidos contra viento y marea escondiendo en forma ficticia sus diferencias, también puede conducir al desastre. Todo indica que esa es la dirección que llevan los actuales acontecimientos políticos en nuestro país.

La Realpolitik es una estrategia que los dirigentes políticos pueden fácilmente comprender, especialmente si sus ambiciones no van demasiado lejos y se limitan al mantenimiento de puestos de gobierno, cuotas parlamentarias o influencias locales y municipales.Pero para la ciudadanía, que no está interesada en estas bregas, esto aparece muy alejado de sus verdaderos intereses. La Realpolitik es la política de los políticos, pero para los ciudadanos solo es válida y urgente la política de los principios.

Ellos solo se definen en función de sus intereses, de cómo les va en la vida, pero también de tradiciones familiares, creencias, descubrimientos personales, convicciones morales, religiosas, filosóficas, etc.

Por eso, la Nueva Mayoría es hoy día un conglomerado de partidos desperfilados, en los cuales la defensa de un programa aparece el único factor que los mantiene unidos. El problema es que cada uno de estos partidos entiende este programa de diferente manera y por lo tanto su compromiso con él no es siempre coherente.

De ahí que el Gobierno, que busca llevar a cabo iniciativas que cuenten con el apoyo de las fuerzas en que se sustenta, promueva leyes que solo en los titulares son compartidas, pero en lo concreto, no. Este desencuentro provoca aún mayor confusión en los ciudadanos y es la causa de que en las encuestas las iniciativas del gobierno tengan muy poco apoyo.

Por cierto, no lo tienen de parte de la derecha, que en todos estos asuntos tiene otros planes, pero tampoco lo tienen de parte de un buen número de ciudadanos que en su momento apoyaron a la Nueva Mayoría, pero que lo hicieron leyendo el “programa” de gobierno de muy diferentes maneras. El Gobierno no lleva a cabo lo que en su momento ellos pensaron que era el programa y con razón se sienten defraudados.

Como los partidos en aras de la unidad han depuesto sus ideales propios, han perdido credibilidad y apoyo. Sus antiguos partidarios ya no ven que ellos representen verdaderamente sus ideas, las cuales se quedan sin referentes organizacionales válidos. De lo que en un tiempo fueron los ideales partidarios solo quedan en ellos las figuras emblemáticas desfiguradas, los nombres del pasado, las banderas postergadas. Pero no ocurre lo mismo en la ciudadanía, que mantiene su fidelidad a sus ideales y continúa definiéndose en función de sus mismos héroes de siempre.

La acentuación de esta distancia entre los partidos y los ciudadanos es un fenómeno del que cada día tenemos nuevas muestras, hasta llegar a hacerse hoy día un verdadero peligro para la democracia.

Lo que en un momento sirvió para volver a la democracia, hoy día la corroe, aumentando en forma creciente el descrédito de la clase política que ha perdido toda representatividad. La Nueva Mayoría aparece como una agrupación ficticia, en la que conviven tendencias que solo se ponen de acuerdo sobre la base de deponer sus ideales propios y su propia identidad. No se ve como un conglomerado con estas características pueda ofrecerle a un país escéptico y desencantado una opción de esperanza y de triunfo.

De ahí que las candidaturas que nacen en su seno aparezcan como propuestas ilusorias, más marcadas por ambiciones personales de personajes que parecen tener una desmesurada creencia en sus opciones, aunque en realidad no cuentan, ni contarán con un apoyo entusiasta de la ciudadanía.

Ayer fueron los árboles los que no dejaban ver el bosque, hoy día, al revés, es el bosque el que ha expandido su neblinosa figura impidiendo que tenga lugar la verdadera lucha en la que se juega lo que interesa a los chilenos.

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