La señal: se votó por cambios

Me imagino que cada uno tendrá su interpretación de los resultados, yo daré la mía y lo primero es que los chilenos votaron por mantener la política de cambios, guste o no se apoyó a quienes propusieron cambios de distinto tono, pero sustantivos como las reformas que ha implementado  el gobierno de la Presidenta Bachelet  y otros más arriesgados.

Lo segundo, no votó más gente, votó menos que el 2013, por lo tanto no era necesario aumentar los electores para que Piñera tuviera una derrota.

Tercero los derrotados desde mi punto de vista  sin excusas fueron la DC y su intento ingenuo de camino solo y Piñera que jamás pensó bajar del umbral de 40 puntos.

Ambas fuerzas fueron las más reaccionarias a los cambios. Piñera ni siquiera pudo ni podrá dar seguridad de mantener la gratuidad obtenida y ahora con los votos de la familia militar adentro, tendrá más problemas para parecer al menos algo de progresista, el resultado es que con menos votación bajó su porcentaje, una tragedia.

La DC un capítulo aparte, desenfocada, renunciando a su historia, a su tradición, capturada por los genios de los eslóganes vacíos: progresismo con progreso, patria reciliente y la última que le escuché ayer a Mariana Aylwin, la propuesta de una segunda transición en lo económico, perdón, pero para decir, ¡cuak! Basta, por respeto a nuestros fundadores.

Una DC añeja, con propuestas vacías y conservadoras, sin la menor voluntad de atraer el electorado ya no digamos joven, sino que al momento del plebiscito del 88 tenía menos de 18 años. Tanto realismo y renuncia nos han llevado al peor resultado electoral de la historia del Partido Demócrata Cristiano.

Me imagino que alguno/a de los ideólogos del desastre tendrá la valentía o la  honestidad de hacerse cargo de este pobre resultado.

¿Qué queda? Trabajar con fuerza para elegir a Alejandro Guillier Presidente de la República,  con un programa progresista y focalizado en un par de  cambios profundos  queridos por la gente.

Apoyemos sin soberbia, sin bravuconería, sin ironías de la  cual gustan tanto algunos conspicuos; para ello se debe aislar a los conservadores, señalar con claridad que la conducción del Partido no está en sus manos, aun cuando  la prensa escrita los buscará y ellos y ellas se prestarán para sembrar cizaña.

Cada demócratacristiano que vote por Piñera o se vaya a la playa estará adelantando en un año la muerte de nuestro Partido Demócrata Cristiano.

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