La Tupé

Verónica Rabb
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En los meses recientes nos hemos enterado de manera evidente de realidades no resueltas. Sabíamos de educación, salud, trabajo, vivienda, mujer, familia, justicia, cultura, derechos humanos.

Pero la pandemia también ha revalorizado palabras que chilenas y chilenos han ido arrinconando durante los últimos años. Cuando se encrespa un estado de cosas hasta el tope y alguien arriba y al mando hace todo lo posible para romper sus propios límites de la desvergüenza, yo propongo desempolvar ‘La Tupé’. Algunos lectores descubrirán en ella un vocablo desconocido, y otros se reencontrarán con muchos recuerdos.

El Ejecutivo presiona al comercio para establecer un itinerario de reapertura, presidente en plena cuarentena va a sacarse fotos a la Plaza de la Dignidad, gobierno llama a funcionarios públicos a volver al trabajo, a niños y niñas a volver a clases, a buena parte de los ciudadanos y ciudadanas a tomar café o cerveza y a comer una empanada con los amigos.

Todo un plan para mantener andando el buque, plan que no dura ni una semana porque el presidente Piñera cambia de discurso al posponer el 'retorno seguro’ a las actividades para vestirse con el equipo de protección personal y llamar a ganar La Batalla de Santiago, según lo dijo su sargento. La tupé.

Desde la aparición del virus, han aparecido varios argumentos que sostienen discursos pavorosos e igualmente inmorales.

En la antigua normalidad y esta vez en contexto Covid19 también, nunca faltan las figuras y maromas de algunos para beneficiar y meter a contrapelo en iniciativa legal que se pueda a condenados por lesa humanidad para que cumplan sus penas en casa. Otros hacen contabilidad creativa al advertir que si se paraliza el país por cuarentena total ‘pasamos a ser quizá el país más pobre de Latinoamérica nuevamente’ o que ‘no podemos matar toda la actividad económica por salvar las vidas’. Se encomiendan a la Santísima Virgen de la medalla milagrosa del dinero y la fortuna para no detener sus abundancias, pero no con la vida de la población. Libres, por último, para enfermar, cabría decir.

La responsabilidad por las alarmantes cifras de nuevos contagios y de fallecidos, especialmente en la Región Metropolitana, no es responsabilidad del virus sino del gobierno y las señales que las propias autoridades emiten, como si una fiesta en la comuna de Maipú pudiera sorprendernos después de contemplar la trivialización de la crisis sanitaria por parte de la propia alcaldesa de esa comuna que en plena pandemia baila utilizando, además, instalaciones y recursos municipales.

Ahora el gobierno se sorprende y hace llamados a la responsabilidad individual, criticando y culpando a la ciudadanía por no hacer una labor que le corresponde al gobierno.

La Tupé es una epidemia de éstos últimos años que se agarra a las células humanas y cuyo brote en fase exponencial, tiene un ritmo que aumenta cada vez más rápido. A buen entendedor…

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