La vida con los políticos

Se han diversificado los políticos por todo el territorio. Han constituido sus nuevos templos y los han colmado de banderas nuevas. Se han rejuvenecido. Unos juegan adelante, trazando el camino de la futura constitución -si bien todavía no empiezan a hacerlo con nitidez- y otros juegan a la retaguardia, saldando deudas, promulgando leyes pendientes, promoviendo retiros de fondos y acusaciones constitucionales contra quienes gobiernan, calafateando el bote para que no se hunda de una vez y para siempre.

Se suman a ellos los políticos que gobiernan, quienes, según se les ha señalado con claridad, han de administrar la contingencia. Con todo, comparten los políticos -todos ellos- un espacio al que convergen candidatos a la Presidencia de la República que representan a coaliciones ganosas de gobernar en el tiempo que viene. Polillas gordas atraídas por la luz. Y todavía hay unos pendientes en proceso -algunos efectivamente en proceso, pero en manos de la Fiscalía- y también están los que se colarán por los extremos, nuevos pero conocidos reclutas de la izquierda y la derecha. Y los que han hecho de estas candidaturas una profesión o un medio de sobrevivencia en política. Así, el "espectro ideológico" quedaría plenamente cubierto. Todos salen a pescar y adaptan con destreza sus anzuelos a las circunstancias.

Al centro centro centro se ubica don Carlos Maldonado, del Partido Radical, con su discurso "old fashioned" estilo Concertación. Lo flanquean Yasna Provoste y Paula Narváez, de la DC y el PS, respectivamente, quienes tratan de distinguirse de Carlos y de distinguirse entre sí pero que se encuentran en etapa de construcción de sus ideas definitivas -como todos hacen en realidad en este momento-, con diferencias esperables en lo valórico y cargándose ambas un poco a la izquierda de Carlos.

La duda cabe sobre el camino que el PPD tomará en esta disyuntiva, si el comprometido por Heraldo Muñoz o el informal, el de los retroexcavadores. Ciudadanos ya resolvió en contra de la preferencia de su líder natural. Están con Yasna. Ahí está, entonces, el centro centro -centro izquierda dirán algunos-, la Unidad Constituyente, una coalición en franco deterioro a punto de subirse a la balanza de una consulta a la que se espera escasa concurrencia. Luego, hacia la derecha está la centro derecha, configurada ahora bajo el liderazgo de un independiente en el pacto Chile Vamos, el señor Sebastián Sichel, ex ministro de Piñera y ex presidente del BancoEstado, que arrastra votos hacia el centro y se aleja de José Antonio Kast, el Republicano, representante de la derecha dura pinochetista a la que habrá quienes en Chile Vamos desearán adscribirse fuera de pacto y por ahora en secreto.

Y por el otro lado hay una izquierda que logra distanciarse de la hegemonía comunista, gracias a un resultado electoral sorprendente y que mueve levemente a esta izquierda hacia el centro. Finalmente, como en la minería, ahí en el centro hay una brecha que va tomando forma y que todos aspiran a conocer bien y a cubrir. Ahí está el yacimiento de dónde se obtienen los votos que faltan. Es mineral de buena ley. Más a la izquierda está la Lista del Pueblo, que figura hoy determinando aparentemente -al principio fue más claro, después de las elecciones- el quehacer de la Convención Constituyente. Estas son arañas de rincón. Entonces, de izquierda a derecha, este es el menú: Lista del Pueblo, Partido Comunista, Frente Amplio -Boric-, Unidad Constituyente -Narváez, Provoste, Maldonado-, Chile Vamos -Sichel- y al final los Republicanos, con Kast de anfitrión.

¿Y los loquitos de los viernes de la Plaza Italia, para quién operan en realidad? Vaya uno a saber, pero ayudan a sostener la línea de no indultar a quienes hoy se encuentran enfrentando a la justicia por su mal comportamiento callejero.

Luego hemos de agregar al panorama a nuestros juveniles alcaldes de izquierda, ahora tras el "crimen organizado" y en modo "conferencia de prensa", algunos con ex fiscales en la "pole position". Vamos a ver cuánto de aquello acumula al interés por la probidad en los asuntos públicos -que nos importa- y cuánto suma a la discusión más estrictamente política, es decir al escándalo, que no nos importa tanto pero nos entretiene, como a buenos herederos de Don Francisco que somos.

Ok. Todos en sus puestos ¿Para qué nos sirve todo esto? ¿Acaso se organiza la clase política para materializar responsablemente y de una vez por todas el rol que le corresponde en la sociedad: la construcción de posibilidades? Es decir, la expansión de nuestras fronteras de desarrollo, la sana convivencia social, la paz, la justicia. Es esto lo que esperamos que los políticos concurran a articular, pero nada de aquello ocurre, todo los desborda, no saben hacerlo. Nos han defraudado, los hemos visto destruyendo valor social, mudos frente a la violencia, fuertemente orientados a sus propios afanes de poder, autopoyéticos, beligerantes, fríos como merluzas.

Y nosotros, que ya no les tenemos confianza, igual salimos a votar por ellos de vez en cuando como si de veras esperáramos algo más que el cumplimiento de promesas de corto plazo que se nos han hecho para conseguir nuestra inmediata adscripción. Es que somos ritualistas. E ingenuos. Estamos perdidos. Total, el Estado de Chile suele pagar la cuenta de vivir con los políticos y no es poca.

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