Las quejas del senador

La filtración de una intervención del senador Chahuán en su partido Renovación Nacional, muestra los increíbles grados de deslealtad que empapan las prácticas partidistas, en este caso, publicando opiniones de una reunión privada, así como también rebelan la ofuscación del parlamentario por la marcha del gobierno del que forma parte.

En la oposición no existe personero que haya emitido juicios tan agudamente críticos de la marcha del Ejecutivo, como los formulados en esta ocasión, develando que la “luna de miel” de estas primeras semanas ha tenido un fuerte sesgo comunicacional, originado en la benevolencia del trato mediático recibido por Piñera y su equipo.

Por ejemplo, el amplio grupo de autoridades regionales de Piñera que han debido ser reemplazadas por su insolvencia, falta de idoneidad o despropósitos iniciales en sus gestiones, ha sido ignorado en la prensa. Esto no es casual, es una omisión informativa culpable: uno, porque es el propio Piñera el que alardea con la supuesta excelencia de sus equipos y dos, por que a la Concertación y a la Nueva Mayoría se les dio un trato demoledor cuando tuvieron errores en este ámbito.

Ahora bien, en la esfera política resalta el balance negativo que hace Chahuán del desempeño gubernamental, por su inacción en la resolución de conflictos, ausencia de iniciativas legislativas e incomunicación de sus personeros por su aguda tecnocracia. Concluye que el gobierno hubiera reventado sin las Comisiones Técnicas que instaló con gente de oposición.

Por último, pero no menos importante, la visión del rol presidencial, en las palabras del senador, un mandatario que “no entiende los problemas”, me hace reafirmar la crítica al discurso de auto complacencia y jactancia con que Piñera tiñó su cuenta al país el pasado 1 de junio.

En síntesis, el gobernante lo hace para sí mismo, mirando las encuestas, “subiéndose a todas las micros” como se dice ahora, lo que le importa es la popularidad.

Con ese criterio ha tomado banderas feministas, o al menos intenta hacerlo; también apoya la baja de las dietas parlamentarias, aunque su misma vocera lo corrige; acoge el discurso regionalista y remarca su voluntad de “poner orden”, tratando de responder en el difícil reto de la seguridad pública, pero quedando sólo en una nociva exhibición mediática. 

Dice que quiere ahorrar y cada día anuncia nuevos gastos. Ordena ajustar los presupuestos y luego desautoriza las decisiones que sus propias órdenes provocan. Lo que sea, pero popular, aunque sean ideas inconexas o contradictorias.

Al final de cuentas, personeros de derecha que como Chahuán deben hacerse cargo de este “cocimiento” de ingredientes terminan indigestos, por cuanto no se trata del Programa de un gobierno de derecha, sino del día a día de una gestión desordenada por la ansiedad de una popularidad efímera. Así no hay quien aguante y los generales no resisten y se “agotan”.

En todo caso, sorprende que en este contexto de vacío conceptual en la derecha, haya figuras públicas de oposición que encuentren “consistente” el discurso de Piñera, parece ser cierto que el “aura” del poder puede cazar gente desprevenida.

El país merece más que una especie de feria de las pulgas en que se ofrecen y venden artículos de todo tipo, pero que alcanzan sólo para cubrir la falta de respuestas a largo plazo, como debiera ser la auténtica obligación de quien gobierna.

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