Los jóvenes en el proceso de la deselitización del debate constitucional

Desde la independencia la historia constitucional de Chile se ha ido construyendo de la mano de una elite social y política homogénea que ha conducido la institucionalidad a responder a sus propios intereses. Así las principales Constituciones que han regido a nuestro país (1833, 1925 y 1980) han emergidos de procesos traumáticos de la historia como guerras civiles y golpes de Estado. Estas han sido finalmente producto de un conflicto que ha buscado perpetuar la institucionalidad de la elite a través de la imposición autoritaria y coercitiva.

Por lo tanto en nuestra historia nunca ha existido una Constitución creada de forma democrática y participativa que incluya a todos los sectores de la comunidad social y política. Por tal razón, se ha instalado el debate de la creación de una nueva carta fundamental redactada en democracia y que tome en cuenta las amplias necesidades de la sociedad chilena.

A pesar de las grandes cantidades de reformas constitucionales que ha tenido nuestra carta magna y junto a esto la eliminación de la mayoría de los enclaves autoritarios, ha persistido en el debate académico la necesidad de una nueva carta fundamental, debido a su origen en dictadura, que ha ido permeando constantemente a la clase política. Estos progresivamente han socializado la demanda e instalado el tema en la opinión pública.

El Gobierno de la Presidenta Bachelet ha tomado la iniciativa de promover un proceso participativo y diverso en donde todos los sectores se hagan parte de esta discusión. A pesar de esta intención el debate constitucional ha estado centrado entre la elite política y académica. Por lo tanto, el desafío del gobierno es deselitizar el debate para remplazarlo por uno abierto, plural y popular.

La deselitización en el Proceso Constituyente es compleja de lograr debido a, primero, adolece de una metodología que sea fácil y clara de entender para el ciudadano común y que invita a un debate abstracto y confuso. Segundo, no ha existido una formación cívica a los ciudadanos que le permita comprender en su totalidad las funciones de las instituciones del Estado. Tercero, el evidente desinterés de la gente por la falta de información  y por la complejidad que tiene la conformación de los cabildos ciudadanos.Cuarto, esto último se profundiza al ser un proceso que no es vinculante y que podría dejar fuera a gran parte de las opiniones de la población. Quinto, Excluye a los líderes de los partidos políticos que podrían ayudar a impulsar la realización de cabildos. Sexto, finalmente este proceso no contiene un espacio que incluya a las minorías del país.

A pesar de estas dificultades es un proceso inédito en la historia de Chile en la que los jóvenes estamos llamados a construir un país más inclusivo que permita paulatinamente fortalecer la democracia y la participación ciudadana.

Cómo jóvenes tenemos el imperativo de ser partícipes con nuestra opinión en las distintas instancias del proceso constituyente, aún más cuando conformamos una parte importante de la población y no somos considerados por el Estado en sus políticas públicas.

Pese a esto, los jóvenes hemos colaborado en cada momento que ha sido necesario, desde las catástrofes naturales hasta en la recuperación de la democracia, por lo mismo debemos ser parte de este proceso, aportar con nuestras ideas, levantar nuestras voces y continuar siendo protagonistas, en esta ocasión en el fortalecimiento de las instituciones a través de la participación y democratización, de esta manera se logra deselitizar el debate histórico constitucional.

Parafraseando al jurista Juan Egaña, el diseño de la Constitución es la tarea principal en la creación de una República, que en este caso es el rediseñar nuestra democracia que debe promover y fortalecer las virtudes cívicas de los ciudadanos. Implica construir entre nosotros la Constitución que nos una y acoja a todos, bajo los valores y principios más importantes que determinemos instaurar.

A pesar que el proceso no es vinculante legalmente, el poder constituyente recae en el pueblo y en la población en general, por tal motivo entre más personas participen en el proceso, este adquiere más validez y legitimidad al representar la totalidad o la gran mayoría de intereses y opiniones.

Se nos presenta una oportunidad única para lograr la deselitización del debate constitucional. Los jóvenes del ayer lideraron nuestra independencia, defendieron los derechos sociales y políticos para todos, especialmente para todas, lucharon por la recuperación de la democracia, y hoy en día los jóvenes tenemos un rol preponderante para construir por primera vez una Constitución entre todos.

Co-autor de la columna es Juan Pablo Toledo Arriaza, estudiante de Derecho de la Universidad Central, Parlamentario del Gabinete Juvenil del Instituto Nacional de la Juventud.

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