"Los pobres son flojos": Un prejuicio no superado

  • Co-escrita con Juan Cristóbal Romero

 

Frases lamentables como las que hemos visto en los medios los últimos días sólo contribuyen a apagar con bencina el crispado clima previo a la conmemoración del Día Internacional del Trabajador, en un tiempo político y social particularmente complejo.

Sostener que los bonos de ayuda estatal y los sucesivos rescates del 10% de los fondos de pensiones están desincentivando la búsqueda de trabajo es desconocer, sin duda, la realidad de los chilenos más golpeados por las consecuencias de la pandemia: Los más vulnerables.

La Encuesta de Ocupación y Desocupación del Centro de Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile pone las cosas en su lugar, precisando que el 9% de los inactivos totales no busca trabajo a causa de la cuarentena, el 28,1% porque estudia, un 16% porque debe hacer los quehaceres del hogar -mujeres, en su mayoría- y el 23% debido a la jubilación. Menos de 1% de los inactivos atribuye su situación a los subsidios del Estado o al retiro del 10%. Frente a esto, en vez de conjeturas temerarias, deberían ser los diagnósticos y, sobre todo, los remedios a los males generados por el COVID-19, los temas que copen la agenda.

Pre pandemia, el mundo del trabajo estaba experimentando cambios estructurales. Algunos se venían incubando hace años, otros se aceleraron en el último tiempo y, ahora, la peste lo ha revolucionado todo. Por eso, tenemos que trabajar con foco en las razones de la inactividad de las personas. En las reales, no en las ocurrencias fruto del prejuicio.

Hoy la fotografía de los grupos más vulnerables y más afectados por la crisis muestra a mujeres jefas de hogar que intentan compatibilizar el cuidado y el estudio de sus hijos, las tareas domésticas y la generación de ingresos de manera informal. Jóvenes que lidian con el encierro, la frustración, la depresión, la incertidumbre hacia el futuro, por lo que la búsqueda de empleo no es para ellos una prioridad. También podemos agregar a los trabajadores migrantes y a los de edad avanzada con sus propias problemáticas.

Actualmente en Chile sólo el 51% de las personas en edad de trabajar lo está haciendo, y eso se extrema entre quienes están en el primer y el segundo quintil, donde se ubican los más vulnerables. Planes de reactivación de la actividad económica y de incentivo a la contratación de mano de obra; de flexibilidad laboral; conceptos como la georreferenciación, para reclutar trabajadores de acuerdo a dónde viven evitando desplazamientos largos y expuestos; y la menos conocida intermediación laboral, especialmente para quienes no han trabajado nunca, son herramientas cruciales para activar a estas personas.

Activar e integrar al mundo laboral a esa gente que requiere ganarse la vida, que no está sentada aprovechando beneficios del Estado, sino que además del miedo al contagio, tiene razones concretas que les impiden volver a trabajar. Hoy la situación no es tan simple, hay que entender que la realidad de la gente pobre no se resume en flojera y esperanza de que le regalen todo, como indica ese antiguo prejuicio que ya creíamos superado.

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