Lugares que hablan

"Lugares que hablan" es un programa de televisión que muestra diferentes localidades de nuestro país, sus costumbres, paisajes, gastronomía y la forma en que las personas habitan esas zonas, a veces muy inhóspitas y complejas. Así, un simpático animador de contagiosa risa nos enseña ese Chile profundo.

Es este Chile -que muchas veces está cerca de nosotros- el que se movió a votar en masa en una de las elecciones más importantes de la historia de nuestro país. Lo que pasó con esa participación es por todos conocido: se votó en contra de la propuesta de Carta Magna desarrollada por una Convención Constitucional especialmente diseñada y elegida para esa tarea. El resultado dejó perplejo a varios precisamente por lo abultado del mismo.

En este contexto, vale la pena preguntarnos qué pasó. Si bien la respuesta no es sencilla, pues tiene múltiples aristas, lo concreto es que "hablaron los lugares". Así lo muestran las históricas estadísticas de participación de esta elección. Entonces, los convencionales independientes y partidistas que decían representar la voluntad soberana del pueblo, y para el cual dibujaron un Chile distinto, sencillamente se equivocaron.

Así, de una dolorosa manera (en política no todas las derrotas son iguales), la Convención Constitucional no fue capaz de interpretar al país. Aquí, quizás está el principal punto de inflexión: "La calle no es Chile" o, dicho de otra forma, los convencionales -ilógicamente- sugerían cambios institucionales de los cuales solo ellos estaban convencidos, dejando de lado el ejercicio de escuchar atentamente para razonar cual es el mejor camino para el país. Posiblemente el ejemplo más representativo sea la propuesta de plurinacionalidad.

Por supuesto es complejo saber qué es lo que quiere el país si se actúa desde lo visceral o considerando elementos retóricos sin una base argumentativa sólida. Es la razón lo que permite viabilizar y plasmar la institucionalidad del Estado en un código político que tiene una jerarquía superior a cualquier ley ordinaria. Y fue justamente la falta de razón uno de los fallos de los convencionales, los principales derrotados del plebiscito.

Ahora, frente a los nuevos desafíos que dejó este proceso, el más urgente consiste en crear un nuevo marco para escribir una propuesta acorde a lo que demanda el país. Y para ello, creo que hay dos elementos que debieran considerarse: 1) Voto obligatorio con un mecanismo de elección con umbral de votación mínimo y 2) Mecanismos de participación ciudadana que sea considerado de manera eficaz dentro de la conversación constitucional. Básicamente, hemos visto cual es el efecto del voto obligatorio, lo que explica por sí solo el deber de tenerlo y el segundo punto, se explica porque una democracia moderna, va más allá del voto para generar cohesión social.

De esta manera, a mi juicio, es posible llegar a los "lugares que hablan" y hacer valer sus votos e inquietudes. Así, podríamos tener una nueva Constitución representativa y que deje atrás cualquier atisbo de falta de representatividad. Legado constitucional que, no me cabe duda, todos soñamos y queremos. Pues como dijo el Presidente Patricio Aylwin, "Chile es uno solo".

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