Me declaro culpable del triunfo de la derecha

Vengo a declarar que soy el principal culpable de los resultados electorales de la última elección presidencial, la cual significó el contundente triunfo de la derecha y la derrota del candidato que representaba a la centroizquierda en el balotaje. No quiero centrarme en las responsabilidades de otros/as, sino en las mías propias.

Efectivamente, entre otras razones, soy culpable de no haber persuadido, junto a otros/as militantes de la Democracia Cristiana, que la Junta Nacional del PDC presentara una candidatura a las Primarias de la Nueva Mayoría, en vez del desastroso camino tomado de la primera vuelta, que más parecía una vuelta al ”camino propio” que otra cosa.

Soy culpable de no haber convencido a suficientes jóvenes, que votaron por el Frente Amplio, de que no daba lo mismo cualquier gobierno para Chile en los próximos años, que nunca da lo mismo, y que en esta segunda vuelta era muy importante ir a votar, para definir al próximo Presidente de la República.

Soy culpable de no convencer a miles, o por lo menos a una docena de vecinos/as, amigos/as, parientes y ex compañeros de liceo, que la derecha chilena es clasista, oligárquica y defensora de sus intereses de clase.

Que los intereses de la derecha chilena son muy distintos y antagónicos a la de la mayoría de los chilenos y chilenas, incluyéndolos a ellos mismos. Que si me decían “igual tengo que levantarme a trabajar mañana” o “todos los políticos son ladrones”, lo coherente era votar nulo o blanco y nunca votar por Sebastián Piñera.

Pero de lo que soy más culpable, es del hecho de no generar instancias o espacios suficientes de debate y discusión política en mi barrio, mis entornos, mis círculos más cercanos. Donde las grandes mayorías del país podamos tomar conciencia política de las transformaciones de la sociedad y vayan a participar en política usando una de las principales herramientas que tenemos: el derecho a votar.

En efecto, nos falta “politizar” la sociedad para que no seamos simples consumidores, sino que ciudadanos/as activos/as en la lucha de nuestros derechos. Debemos pasar a la reconstrucción del tejido social y político de base, que está en la naturaleza e idiosincrasia de un país construido desde la lucha social y política.

Para eso debemos volver al trabajo comunitario, con metodologías mucho más participativas y no con estrategias de marketing propios de la derecha.

Tiene que ser así desde los municipios, desde la organización social, desde el mundo sindical y desde las organizaciones comunitarias, sin lógicas competitivas y con más lógicas colaborativas, sin tantas actividades vacías de contenidos y más iniciativas que nos hagan reflexionar activamente, con una mirada crítica de nuestro entorno.

Las experiencias de participación comunitaria y social de las décadas de los 60 y 80 del siglo XX deben ser solo referentes inspiradores. En la actualidad, en pleno siglo XXI, contamos con grandes herramientas de la información y comunicaciones, que debería hacer más fácil y accesible el camino de la participación, tanto ciudadana como comunitaria, tanto como individuos frente a un Estado y un Mercado controlado por una derecha poderosa, tanto como actores sociales y comunitarios que nos integramos junto a otros/as para luchar por nuestros legítimos derechos.

Finalmente, soy culpable, a lo menos por omisión, de la instalación de un modelo de crecimiento individualista, poco solidario, que aspira al éxito económico más que al desarrollo de la comunidad  nacional.

Por todo lo anterior, soy el principal culpable del triunfo de la derecha y espero asumir dicha responsabilidad con una participación activa, política, social y comunitaria.

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