Nadie sabe para quién trabaja

Esto sucede en la política, de manera más frecuente de lo que se quisiera. Por su naturaleza, siempre opera en relación con el otro y por lo mismo lo que uno haga o deje de hacer siempre repercute en la contraparte. Gobierno-oposición, candidato y oponente u otros se transforman en relaciones de interinfluencia, interdependencia y de mutuas consecuencias.

Es así como en una columna anterior, señalamos que Apruebo Dignidad, el conglomerado que sustenta la candidatura de Boric, le estaba haciendo la campaña a Juan Antonio Kast. Y así efectivamente se dio.

Las desatinadas intervenciones de miembros del Partido Comunista, la actitud violenta de sectores del Frente Amplio y la falta de compromiso con la seguridad pública y la erradicación de toda forma de violencia les pasaron la cuenta.

Sin minusvalorar las actitudes y posiciones de Boric, que ha morigerado su discurso, le ha puesto sensatez y autocrítica a su sector y ha podido silenciarse al Partido Comunista. Ahora en el tramo final, ha sido el propio Kast y su conglomerado quién le ha hecho la campaña al candidato de la izquierda y centroizquierda.

En efecto, más allá de Johannes Kaiser y otros miembros de este sector, quienes han mostrado una actitud violenta y agresiva contra la mujer y las minorías sexuales; Kast, aparentemente calmado en su discurso, ha terminado siendo muy soberbio y majaderamente agresivo en sus expresiones contra su contrincante

En el imaginario, el debate parece una discusión entre padre e hijo, (que por la edad podrían serlo). Donde aparece un padre soberbio y poco tolerante y un hijo que expresa sus ideas, que es confrontado por el padre por sus errores, pero que éste último le reitera y le reitera las disculpas una y otra vez, pero el padre escucha y no lo asume, porque no le cree y se lo vuelve a sacar en cara.

Así entonces, mientras Kast habla de estar contra la violencia, muestra agresividad, conflictividad y poco diálogo. Boric, quien dice estar por una paz social, muestra humildad y disposición a crecer reconociendo sus errores, junto a una gran apertura al dialogo, lo que repite una y otra vez. Incluso ha sido capaz de señalarle a Kast los puntos en los que tienen acuerdo.

Por lo tanto, quién representa a un movimiento cristiano y que dice ir contra la violencia, en su discurso, en los hechos, se muestra violento. Quién debiera por lo mismo reconocer el perdón y la capacidad de enmendar, termina poniendo en duda la sinceridad de su contendor. O sea, los papeles se cambiaron. El que no se ampara en fe alguna muestra una actitud cristiana de perdón, arrepentimiento, respeto y mas pacífico.

Como sabemos, la inconsecuencia en política siempre se paga muy caro.

Si los datos de la causa nos muestran que ambos se han orientado hacia el centro y que ninguno podrá imponer sus ideas a rajatabla dada la composición del nuevo Congreso, el dramatismo original parece haber disminuido. Pero si ambos quieren conquistar a este sector, parece evidente que el centro político se asocia más a la política de los acuerdos. Boric, con su conducta, se ve mucho más cercano a alcanzarlo que Kast. Más allá de su desafección de ayer con esta política. Porque la realidad obliga.

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