Naturalizar la violencia

El cambio cultural que se requiere, para que la mujer sea considerada y respetada en todo su valor de ser humano en nuestro país, no se ha producido. Ejemplos hay todos los días. El último y más llamativo correspondió al protagonizado por el candidato de la derecha, Sebastián Piñera. No vamos a repetir el episodio por resultar no sólo de mal gusto, sino un despropósito más en su larga carrera de opinólogo y de carencia de respeto a las personas.

Pero no es el único a quien debemos poner en la palestra pública. En las últimas semanas hemos leído declaraciones de varios ilustres personajes de la vida nacional, algunos honorables, que, si bien no llegan al grado del descriterio del candidato, sí demuestran el poco respeto por la mujer en política. Y, si la mujer en política no es respetada, ¿podemos calcular cuánto debe enfrentar en otros círculos donde la desprotección es mayor?

Mi comentario no alcanza a las portadas de algunos medios que hacen del humor su estrategia diferenciadora. Nunca tan grave, aunque no puedo dejar de decir que algunas pasan ciertos límites.

Si no puedo dejar de referirme a las declaraciones políticas orientadas a “ningunear” o maltratar a las mujeres por su condición de tales. Partiendo por algo tan básico como hablar de “la Goic”, “la Allende”, “la Pérez”, “la Parot”. A nadie se le ocurre escribir alguna nota o emitir una opinión hablando del Lagos, el Frei, el Tellier, el Espina. Así de fino comienza el trato discriminatorio y despectivo hacia las mujeres. Incluyo aquí el trato paternalista, sobre protector.

Huele a peligro para nosotras las mujeres, que hemos avanzado lenta, pero progresivamente en nuestros derechos que alguien que aspire a dirigir nuevamente los destinos del país tenga esa convicción sobre nosotras.

No es la única vez que ha incurrido en una actitud machista y grosera, que en este último caso naturaliza la violencia a través de la festinación. Otro hito en su “carrera” discursiva fue el protagonizado nada menos que en una cumbre presidencial en México. Puso a mujeres en ministerios, pero eso no significa que en su disco duro el respeto hacia nosotras esté instalado.

Es nuestra tarea lograr que las nuevas generaciones sean formadas desde el respeto. Para eso es imprescindible trabajar por el cambio cultural. Es el cambio más difícil ya que la lucha es contra siglos de siglos de estereotipos, de abuso de poder, pero en eso trabajamos. Y no desmayaremos.

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