No se notó cuando estuvo sino cuando se fue

Pocas cosas se pueden comparar a que todos te den por extinto y tu insistas en seguir en tu puesto como si nada. Pero fue lo que le ocurrió a Felipe Salaberry. 

La situación no tenía arreglo porque nadie puede desempeñar bien una función en estas condiciones. Lo que uno se pregunta ante una autoridad es qué decisiones tomará, no si sigue o no en su puesto. 

El desenlace producido estableció un nuevo record en materia de bochorno: el anuncio de la salida del subsecretario se produjo junto con el taxativo desmentido del aludido frente a esta “canallada” sin fundamento. 

Esta obra maestra del desacierto nuevamente tiene como protagonista a Piñera. El escenario no pudo ser peor escogido. En una reunión del Presidente con la bancada de RN, se da a conocer la renuncia de un alto funcionario UDI. Un encuentro entre un indiscreto y un grupo que nunca ha cultivado el silencio. Se informa de una renuncia que el afectado negaba en paralelo. Con ello el escarnio se magnifica. Algo completamente innecesario. 

En los gobiernos es fácil saber cuándo alguien no puede continuar. Otra cosa distinta es que alguien se anime a decírselo al directamente afectado. Los demás se enteran antes y se acomodan a la nueva situación antes del desenlace. 

La permanencia era imposible porque el gobierno debió comprobar que el pronunciamiento judicial solo confirmaría lo ya conocido del episodio en que se vio involucrado Salaberry. Saltarse leyes del tránsito, insultar y amenazar funcionarios municipales, hacer que el parte sea dejado sin efecto, no podía ser perdonado. 

Tampoco se trataba de una conspiración. Esto ocurrió en un municipio de derecha. La versión de los funcionarios fue corroborada por el alcalde Andrés Sarhi (RN) y la hermana del afectado dejó de ser funcionaria municipal a honorarios, precisamente por lo que hizo. 

Pero, más allá de lo que ocurra con Salaberry, lo más significativo resulta constatar lo que no ocurrió con Salaberry.

Porque, dentro de la mitología nacional, la Subdere es un poderoso agente interventor en los municipios. Se le considera un puesto clave, particularmente en períodos electorales. De modo que se le atribuyen todo tipo de iniciativas e intenciones. 

Esta es la primera vez que se registra el caso de un subsecretario en esta área del que no puede contarse prácticamente nada en casi dos años de gobierno. Hizo más noticia por su salida que en el conjunto de su gestión. Algo insólito.

Ocupar la Subsecretaría de Desarrollo Regional y pasar desapercibido es prácticamente imposible. Es como esconder un elefante en un living. Pues bien, Salaberry lo consiguió. 

Y no es que faltaran tareas significativas que implementar en materia de descentralización. Al revés. A las puertas de la elección de gobernadores regionales, los preparativos legales, administrativos y políticos quedaron a cargo de la subsecretaria destinada al desarrollo regional.

Como país estamos bastante atrasados en un aspecto decisivo. Un gobierno que descuida el territorio entrando a elecciones territoriales no puede ser un buen gobierno.

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