Nombremos héroes a quienes son héroes, villanos a quienes son villanos

Advertencia. No busque información dura en esta columna. Aquí no hay hechos, sólo reflexión  y uno que otro consejo.

Nada se oye (o lee) más simple que esto, que en la práctica sea prácticamente imposible. Es tan difícil establecer responsabilidades, así como entregar los reconocimientos a quienes realmente lo merecen. Me permito expresar mi opinión, o quizás entregar un consejo, en medio del clima de caos y destrucción en el cual estamos viviendo los chilenos hoy en día.

El aire es irrespirable 24 horas al día en gran parte del territorio nacional, las calles de la capital están colapsadas entre el tráfico con trabajos de reparación ejecutados en horarios punta (tirón de orejas a los nuevos alcaldes), y lo más importante, cientos de miles de hectáreas se están quemando a medida que usted lee estas líneas, mientras que cientos de animales e insectos pierden la vida quemados o por destrucción de su hábitat, de la mano con personas que pierden su medio de subsistencia.

Peor aún, hoy falleció Hernán Avilés,  bombero de Talagante que rescataba una familia de las llamas en la zona del Maule. Honor y Gloria para él. También para los tres brigadistas de Conaf que murieron el 15 de enero combatiendo el infierno en el sur de Chile.

¿A quién culpar? La crítica desinformada apunta al gobierno, un@ que otr@ xenófob@ apunta a los mapuches, los más suspicaces hablan de las forestales ‘sembrando’ proyectos futuros al quemar áreas protegidas o con especies que no crecen a la velocidad que demanda su necesidad de utilidad.

¿Quién la lleva? No lo sabemos. Algo que sí sabemos es que por favorable que sean las condiciones para incendios, no ha habido rayos, o fallas en tendidos eléctricos para justificar el inicio de los siniestros. 

Por las redes sociales abundan videos de artefactos incendiarios encontrados en uno que otro árbol, otros rumores indican que hay detenidos, pero que no son publicados para no dañar las investigaciones. En resumen, caos, desinformación y destrucción de nuestro medio ambiente.

Es difícil establecer responsabilidades sin llegar a toparse con la malvada ‘escasez de hechos demostrables’ y lograr convencer la sesgada visión de nuestra política tradicional.

Sin embargo, hoy en día, en medio de este clima, podemos encontrar material para sentar bases para un desarrollo sustentable o más bien prevenir el continuar con nuestro modelo no sustentable.

Podemos dividir las oportunidades de mejora en tres grandes áreas, sin un orden particular.

Eliminar incentivos perversos para la proliferación de incendios forestales (económicos).

Eliminar la componente de dividendos cortoplacista en la política.

Fortalecer nuestros sistemas de prevención y reacción ante catástrofes.

Tres frases de buena crianza, que no tienen mucho sentido si no hay propuestas concretas. Por lo tanto, podemos aterrizarlas en ciertas urgencias.

Mejorar las condiciones de nuestro personal de Bomberos y Conaf por medio de su incorporación de los miembros y familiares directos a atención de salud en Dipreca  y/o Capredena (es hora de reconocer a los otros héroes).

Establecer a la brevedad un presupuesto de emergencia suficientemente grande para tomar medidas de protección inmediata de los suelos posterior al incendio. Proyectos deberán ser canalizados a través de un trabajo conjunto de Conaf y las universidades regionales.

Establecer prohibiciones de enajenación/licitación/cesión por parte del Estado de terrenos afectados por incendios.Se elimina el conflicto de intereses económicos.

Establecer la obligatoriedad (junto con su presupuesto) de reforestar con flora nativa y prohibición de uso de especies que fomenten la degradación del suelo y subsuelo (pinos y eucaliptus).

Establecer fondos de investigación y capitales semilla para proyectos que mitiguen la desertificación y recuperación de terrenos dañados por incendios.

Una vez superada la emergencia inmediata, la ciudadanía deberá estar muy atenta a los pasos que haga el siguiente gobierno, quien tendrá un incentivo muy grande de ‘salvar la economía chilena’, ‘usar el crecimiento económico como único motor de la actividad nacional’, vendiendo estos terrenos para uso forestal.

Crecimiento a corto plazo que genera empleos de mala calidad y daña el ecosistema del país para seguir siendo una nación que exporta materias primas sin valor agregado.

Tenemos algunos ejemplos de estas ‘ventas milagrosas’, como la de la ex-EDELNOR por Codelco, o las aguas de la Municipalidad de Santiago.

Pan para hoy, hambre para mañana. 

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