Nuestra soberbia política

"La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió" (Francisco de Quevedo)

Si bien desde siempre la política tiene algún grado de soberbia, en el caso de nuestro país se ha extrapolado a tal nivel que está afectando la convivencia nacional. Considerar que mi opinión es casi una verdad absoluta y todos los demás están equivocados, es lo que estamos viviendo.

Los jóvenes, con su mirada refundacional, que le restó total valor a los pasados 30 años del país y los adultos, por intereses propios, con la frase o actitud de que las cosas se han hecho siempre así. Ni lo uno ni lo otro.

Qué duda cabe que la encrucijada política en que vivimos es causa de esta soberbia que nos llevó a no encontrar una propuesta constitucional que respondiera al interés de la mayoría del país.

La imposición de ideas, la intolerancia, la negación y falta de respeto a la dignidad del otro; expresada también en agresividad y violencia, radicalidad sin sentido y con poco fundamento, luchas personales o de pequeños grupos identitarios, que no responden a un interés colectivo, son alguno de sus rasgos.

A José de San Martín se le atribuye una muy dura frase "la soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices que se encuentran de golpe con una cuota de poder". Más allá del momento histórico en que lo dijo, sin duda en los tiempos presentes tiene algo de realidad si cambiamos pobres infelices por políticos o constituyentes de turno.

Considero importante reconocer que esto ha sido muy bien comprendido por nuestro Presidente, quién con mucha humildad ha reconocido este error en su generación y ha pedido disculpas. Creo que con ello ha marcado un sello clave en su liderazgo que ha sido muy poco común en los políticos de nuestro país. Algunos incluso han señalado que ha sido un exceso de humildad, sin embargo, sabemos que nunca será excesiva porque en la humildad está la sabiduría y en la soberbia la ignorancia.

El tema es que eso permee a todo el gobierno y a conocidos alcaldes que han demostrado un exceso de soberbia, pero que sin duda experimentarán lo que señala Quevedo; que siempre caen de donde suben.

Pero para ser justos, ésta no es un patrimonio de la generación joven. Las adultas se han engolosinado con la soberbia del poder que los ha llevado a desprestigiar esta importante y fundamental función para una democracia, cometiendo horrores y no solo errores. La lista es larga y por todos conocida.

Queda una pregunta flotando en el ambiente: ¿Será que la soberbia es una prolongación inconsciente del narcisismo infantil?

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