"Firmeza en la convicción, fineza en la forma". Así definía Patricio Aylwin su propio carácter, y ese estilo marcó su vida política y también la transición chilena.
Aylwin jugó papeles decisivos ante tres encrucijadas: el militar (1973), la lucha contra la dictadura (1974-88), y la recuperación de la democracia (1989). En los tres casos reveló una postura firme, sustentada en principios, argumentó sus razones y buscó entendimiento. Así durante el gobierno de Allende (1970-73). Aylwin fue un duro opositor, encabezando la frontal disputa entre la Democracia Cristiana y la Unidad Popular al final de ese periodo. Pero al mismo tiempo participó en las últimas conversaciones en casa del presidente Allende para buscar una salida democrática. Contra la dictadura reaccionó desde temprano, se opuso con firmeza y promovió la convergencia política de los demócratas, creando el llamado Grupo de los 24 (1979), juristas democráticos de distintos pensamientos políticos, para preparar un proyecto de Constitución alternativo al que finalmente impuso Pinochet en 1980.
Aylwin concluyó que la tragedia de 1973 fue la consecuencia de una estructura política formada por tres tercios ideológicamente distintos y no dialogantes. Chile se terminó gobernando en minoría, sin el sustento necesario para acometer los cambios que se proponían. Su lección principal fue que para realizar transformaciones importantes, profundizar la democracia, reducir la desigualdad, alentar una cultura de derechos, impulsar una economía con equidad era indispensable contar con un respaldo mayoritario a las reformas.
Como opositor a la dictadura estuvo inspirado en la convicción de sumar y conformar mayoría. Buscó la unidad de las fuerzas democráticas.
Como Presidente de la República (1990-94) dio inicio a los gobiernos democráticos. Durante su mandato quedaron configurados los contornos estratégicos que encauzarían los 20 años de la Concertación (1990-2010) y en parte también los de la Nueva Mayoría (2014-18). Supo elegir personas de alta capacidad política y técnica, capaces enfrentar situaciones complejas. Fue capaz de interpretar los anhelos del pueblo chileno y los partidos politicos actuaron con responsabilidad y unidad concitando un apoyo ciudadano mayoritario.Este extenso periodo histórico, conducido por una misma coalición, es y será considerado a pesar de sus insuficiencias, como el más fructífero de la historia republicana.
Aylwin debió conducir el reinicio de la Democracia conviviendo y soportando al ex dictador en la comandancia en jefe del ejército. Pinochet permaneció ocho años (1990-98), cargo inamovible según su propia Constitución). Es la única transición contemporánea sujeta a esa enorme restricción. Esa fase inicial requirió un liderazgo firme en el objetivo y prudente en la forma. La coalición se inspiró en convicciones sólidas, en los derechos humanos, la justicia y en la subordinación de los militares a la autoridad civil. Para sustentar ese proceso el gobierno de Aylwin contribuyó a afianzar la unidad de las fuerzas democráticas y progresistas y alentar el “reencuentro de los chilenos”.
Dio un paso decisivo al crear la Comisión de Verdad y Reconciliación (1990) para dar a conocer la realidad de los desaparecidos y asesinados por la dictadura. Esta iniciativa provocó la oposición de Pinochet. Fue una decisión estratégica que abrió curso al más amplio y prolongado periodo de procesos judiciales contra los culpables de violación de los derechos humanos. Y ayudó a que los familiares de las víctimas y los que sufrieron encontraran un camino de justicia en democracia.
La importancia de esa decisión ha sido refrendada por su proyección internacional. Una iniciativa similar fue adoptada por Sudáfrica durante el gobierno de Mandela, aunque sin las consecuencias chilenas en materia de castigo.Posteriormente, muchos países han creado Comisiones de Verdad y Reconciliación para esclarecer los hechos, mitigar el dolor y abrir pasó al reencuentro basado en la verdad y la justicia.
En el ámbito político Aylwin realizó una afirmación que ha sido motivo de debate: avanzar"en la medida de lo posible". Fue un contrapunto con la afirmación " avanzar sin transar" de sectores partidarios de la Unidad Popular, en el periodo final de gobierno. Algunos de los críticos le asignan a esa expresión de Aylwin un ánimo restrictivo. Para quienes vivimos esa etapa se trataba de conseguir un avance progresivo, aprovechando cada oportunidad y con ello ir moviendo el cerco de lo posible.
En el plano económico, desde 1990 se afianzó el concepto de "crecimiento con equidad ", que reemplazó al modelo económico de la dictadura y consiguió simultáneamente crecimiento rápido y una reducción significativa de la pobreza, que a la sazón superaba el 40%. Ésa visión económico-social fue acompañada de medidas para fortalecer las organizaciones sociales.
Hoy, Chile encara nuevos desafíos: alcanzar mayor igualdad y participación. Y debemos enfrentar un reto fundamental: superar el desprestigio de la política y la corrupción, el consumismo y el interés personal, el predominio del dinero y la pérdida de sentido colectivo. El antídoto es reafirmar con el ejemplo valores superiores: el humanismo y la austeridad. Aylwin reveló ambas cualidades. Mientras gobernó nunca antepuso intereses personales al interés nacional. Actuó siempre con plena independencia de los poderes económicos.
La autenticidad de las convicciones se mide en los momentos críticos y la trascendencia de una obra por su proyección en el tiempo. En ambos terrenos, autenticidad y trascendencia, el ejemplo de Patricio Aylwin es un legado para la política en el siglo XXI.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado