Pilluelos, ignorantes y reformados

En la columna pasada intentamos retratar los principales problemas y disyuntivas de la izquierda chilena. Deberíamos precisar que se trata de un diagnóstico de lo que podríamos denominar como izquierda institucional neoliberal y de la que busca institucionalizarse y que está representada por el Frente Amplio, el cual, a la luz de los debates e interrogatorios de la Televisión, muestra ser un movimiento aún en plena formación y, por tal razón, muy diverso. La distancia entre Alberto Mayol y Beatriz Sánchez es sideral en cuanto a profundidad y propuestas. El sociólogo, en este sentido, representa de mejor forma la sensibilidad de la izquierda a la cual dicen representar. Mayol será competidor de Boric y Jackson en un futuro no tan lejano, eso parece posible.

¿Pero qué ocurre con el espectro abierto hacia la derecha? Aquí el diagnóstico se vuelve aún más complejo y duro para Chile. En principio porque el candidato que seguramente llegará a noviembre, el empresario y político Sebastián Piñera, ha demostrado desde hace mucho tiempo, probablemente desde siempre en su vida pública, un vínculo demasiado estrecho entre el mundo de los negocios y el ejercicio político. Aún así, Piñera parece ateflonado y su votación se mantendrá. A falta de esperanzas… es mejor “diablo conocido” que uno “por conocer”

El panorama de la derecha se muestra en verdad sombrío. Tienen un faro que les puede permitir gobernar en 2018, pero desde ahí en adelante se muestran como una coalición carente de las ideas necesarias para navegar en las aguas turbulentas de los movimientos y efervescencia social. No hay vuelta atrás para algunas de las reformas mal diseñadas por la administración Bachelet. No lo hay pues varias de ellas son anhelos ciudadanos y dar vuelta atrás implicará un retroceso en las posibilidades electorales de su propia coalición.

En esto, Ossandón no se equivoca. Es sumamente lúcido al oponerse radicalmente a Piñera, se abre paso a machetazos. Es el Atila de la derecha. Sin embargo, tras su paso por una televisión convertida en show político, muestra su ignorancia en materias verdaderamente básicas para cualquier ciudadano. Es un político hecho de sentidos comunes y recurrencias temáticas carentes de valor programático. Pero Piñera tampoco se equivoca en su estrategia, la sola presencia de Ossandón en un debate sería demoledor para él. Por eso lo evitan.  

Los Kast son en este panorama un espejismo. Felipe, convertido en un liberal de derecha, pero carente del carisma necesario para emprender una verdadera campaña presidencial. José Antonio, un dinosaurio político carente de gracia y pies en la tierra. Los hermanos Kast, caras de una misma moneda, son devorados por un limitado Ossandón. Y es que como se lo pinte, el ex alcalde tiene más gracia y menos manos sucias que buena parte de la derecha pinochestista y pos-pinochestista reformada.

Con todo, al igual que Mosciatti, pienso que de ganar Piñera será una victoria pírrica. Poco le importa al empresario, en cualquier caso, pues su gusto por el triunfo es mayor que las proyecciones de su colectivo.

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