Piñera a lo Büchi

El senador y coronel de la UDI, Juan Antonio Coloma, resumió la posición de su sector y de la derecha ante la nueva candidatura presidencial de Sebastian Piñera, al señalar que apoyarlo el año 2009, les había sido "más difícil". Ahora ya les dio examen y aprobó con un "destacado".

No cabe duda, una propuesta de un gobierno abierto hacia el centro fue enterrada por Piñera, una vez efectuada la 2' vuelta presidencial en enero del 2010. La grandilocuencia retórica de la campaña electoral que insinuaba una apertura que fuera más allá de las fronteras del bloque RN-UDI, fue reducida a un ministerio para Jaime Ravinet que ya estaba en la derecha, y solo quedó como una burda maniobra comunicacional.

El eslogan "así queremos Chile", en la primera vuelta, y el posterior "súmate al cambio" de la segunda, que iban junto a una gráfica multicolor que insinuaba diversidad, fue pura manipulación, la venta fraudulenta de un producto. O sea, de apertura hacia el centro nada, la idea era otra, ganar como fuera, para lo cual se debía engatusar al electorado.

La derecha quería el manejo del Estado para los suyos y Piñera fue como Büchi, aplicado y obediente, porque ese era su propósito; hacer buena letra, en definitiva, hacerse uno más de los Chicago boys. Para él y los suyos el avance del país no es más que el buen resultado de sus negocios, sean individuales o corporativos.

En la UDI fue una era feliz. De placer. Con RN, luciendo desorden y pugnas de liderazgo, hicieron valer su peso parlamentario. En La Moneda, manejaban la Agenda y los tiempos políticos desde el ministerio de la Presidencia más la vocera de Palacio, Ena von Baer, y en Hacienda no tenían problemas con la visión tecnocrática del empresario Felipe Larrain. Tanto es así, que la antes nombrada vocera pudo afirmar hace poco que "las grandes reformas" de ese gobierno, fueron de "la UDI".

La felicidad fue máxima cuando la ley de Pesca fue entregada a la gestión de Pablo Longueira, y para culminar tan pletórico ciclo el "coronel" Andres Chadwick tomó la jefatura del gabinete, como ministro del Interior.

Fue como volver a la época de Sergio Fernández, el premier de facto que tuvo Pinochet durante varios años. Ni siquiera un hombre tan de derecha como Carlos Larrain, era bien visto o considerado; por el contrario, en los cabildeos palaciegos era considerado un problema.

En suma, el gobierno de Piñera fue el gobierno de la UDI, de los coroneles, de un puñado de mega poderosos, que ahora ansían resarcirse de los malos ratos pasados por reformas sociales que les repelen y por los procesos judiciales, en particular, el caso Penta sobre financiamiento ilegal de la política, que les ha tocado la médula y tenido por el suelo.

De manera que como fue con Büchi, en 1989, con Piñera formalmente como uno de los Jefes de campaña, el control está en manos del mismo grupo que, gracias a Pinochet, se montó desde la segunda mitad de los 70 en áreas claves del Estado y de la economía. Se preparan para otra farra, la codicia no tiene pudor ni vergüenza, y como ya lo hicieron antes, se reirán de los incautos que les faciliten la tarea.

Lo que ahora le pena a la UDI es que no cuenta con una Presidencia con interlocución, ni siquiera con buena ortografía, por eso, hace pocos días a la cita clave con Piñera y los jefes derechistas los llegó a representar un viejo conocido, el perenne senador Coloma, para que no haya dudas de quien es el dueño del poder.

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