Piñera contra los estudiantes secundarios

El gobierno, ha basado su relación con los estudiantes de Enseñanza Media utilizando la luma y el garrote; promoviendo desmantelar las reformas en pro de la inclusión educativa y la supresión de contenidos que mutilan la formación ética y ciudadana de los y las jóvenes.

La arremetida comunicacional coordinada entre alcaldes, ministros y el Presidente se inició con la proposición y posterior aprobación de la ley “Aula Segura”, avalada en el parlamento por un puñado de parlamentarios de oposición. Hoy, su puesta en vigencia, permite que carabineros llegue incluso a las salas de clases reprimiendo a los estudiantes que se manifiestan en contra de las políticas gubernamentales, además, contribuye a la estigmatización de los estudiantes secundarios.

En concordancia con esta ley, a través del control preventivo de identidad, (detención por sospecha se llamaba en Dictadura), el gobierno pretende profundizar el castigo a lo diferente, al reclamo, a la rebeldía.

Una de sus tantas expresiones es permitir a la policía uniformada o a las autoridades educativas locales, la revisión de las mochilas de los estudiantes. Medida que atenta en contra de la dignidad y la libertad de los y las jóvenes.

Todo lo anterior, ha sido el marco para reprimir despiadadamente a estudiantes y apoderados del principal referente público de la educación chilena, el Instituto Nacional, agresión que ha sido encabezada por el Alcalde de Santiago, hijo de un ex edil designado en Dictadura a quien emula con sus actos represivos y engañosos.

Por otra parte, utilizando recursos del Estado e información confidencial, la ministra Marcela Cubillos, otrora admiradora de Augusto Pinochet, inició una cruzada que denominó “Admisión Justa”, se trata de promulgar una ley que reinstala el ingreso por calificaciones académicas, desconociéndose otras importantes variables que establecen la diversidad, justicia y libertad que toda comunidad educativa debiese aspirar.

Es simbólico que el Piñera y la ministra hayan presentado este proyecto en el Liceo Augusto D`Halmar de Ñuñoa, espacio de excelencia académica que sostiene sus buenos resultados en base a la selección y “expulsión” de los estudiantes que “académicamente” avanzan con más lentitud.

Por último, la eliminación de la obligatoriedad de la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales en 3º y 4º medio, desconoce el valor de disciplinas fundamentales para “que los ciudadanos y ciudadanas logren situar su existencia en el tiempo, entiendan en toda su extensión y complejidad la idea de cambio y puedan así conocer y explicar su presente, interrogándolo y transformándolo”, como se señala en la carta pública de historiadores que se oponen a esta medida.

Estas iniciativas revelan el carácter autoritario y abyecto que el gobierno de Chile tiene hacia los estudiantes secundarios, especialmente, hacia los y las jóvenes pobres, a quienes pretenden reservarles oficios y tareas de autómatas, en función de sostener y reproducir un sistema que los excluye.

Asegura la “meritocracia” para los hijos de una minoría y la condena para los desamparados del sistema.

Las movilizaciones de los estudiantes, profesores y apoderados, también sugieren que la resistencia tiene efectividad en la medida que actúan coordinadamente y que la imagen de violencia y destrozo que la televisión presenta, se anula cuando es la comunidad la que se expresa en el marco de las acciones que define una mayoría.

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