Piñera quiere limpiar su historia como operador bursátil

El candidato presidencial de la derecha, Sebastián Piñera, pretende mostrarse como el campeón del Derecho, como el más genuino representante de la tradición legalista de la cultura chilena y así desmentir la dura realidad, que lo indica cómo un afanoso operador mercantilista y un audaz populista.

Con ello, como es habitual en él, desea obtener una doble o triple ganancia, lo primero en su escala es halagarse a sí mismo, lógico quien si no él puede considerarse como la justa vara para medir la ley; segundo quiere atacar a sus competidores en la carrera presidencial y hostigarlos en un tema que les resulta difícil, en especial, por las reiteradas acciones violentas en la Araucania, que nutren miedos ancestrales en el país.

Lo tercero, y vale hacer un punto aparte, Piñera quiere limpiar su historial de operador financiero, lleno de engaños, simulaciones y trampas para ganar cada día más dinero. Al atacar a los demás cree que lavará su imagen, y acusándoles falsamente de no saber defender el Estado de Derecho se instala en una posición que le es cómoda, pero resulta ser en su esencia, enteramente arbitraria.

El candidato de la derecha, según él mismo, ha señalado reiteradas veces actúa "más allá" de la ley. En efecto, no es la letra y el espíritu de la ley aquello frente a lo cual se siente obligado, no es su orientación racional, sino que prima en su conducta el afán de servirse en todo cuanto le sea útil de las normas legales para su propio interés, de ese modo, se transforma en el campeón del resquicio en este periodo, por donde se cuelan los miles de millones de sus operaciones financieras.

El conflicto de interés, más reciente e incontrovertible develado por investigaciones periodísticas, son sus intereses financieros en Antarchile, la matriz controladora del consorcio de la pesca industrial Corpesca y haber dirigido, al mismo tiempo, desde la Presidencia de la Republica la redacción, trámite, aprobación y promulgación de la ley de pesca, que como es de público conocimiento, tenía como misión nada menos que regular y fiscalizar la actuación, entre otros, del mismo conglomerado en que poseía intereses directos.

La derecha respalda a Piñera, para alcanzar cuotas de poder y, a su vez, el candidato recibe ese apoyo para obtenerlo, ya que sin ese sostén político no podría intentar elevarse a la condición de Presidente, en suma, están reunidos por el mutuo interés del poder, como son minoría la agitación de las exigencias inmediatas de la población pasará a ser inevitablemente su guía de conducta para alimentar su inestable base social de apoyo, por ello, la receta populista de la que acusan a los demás será su propia receta.

Ante ello, se debe reiterar que el camino de la izquierda es el cambio económico-social y la reforma política en democracia, que lejos de despreciarla su tarea es  defender la institucionalidad democrática, porque ese es el fundamento de todo avance que tenga como sentido el país y no el enriquecimiento individual.

La estrategia de transformación gradual de las instituciones, hasta arribar a una nueva Constitución, en un proceso que permita consolidar y asegurar las reformas democráticas obtenidas no ha sido cancelada y se repondrá con vigor, en la medida que haya una mayoría nacional capaz de llevar a cabo ese proceso.

Las luchas del tiempo presente piden un esfuerzo desde la izquierda, de sabia y serena perspectiva, de amplio acuerdo y de unidad social y política del pueblo de Chile, para que el laborioso afán de generaciones no sea lanzado por la borda y se diluya en la marea populista del proyecto con que la derecha autoritaria pretende volver a gobernar el país.

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