Plebiscito de todos

A contrarreloj, como han sido los últimos meses, se despachó del Senado finalmente el texto que regula el financiamiento para el Plebiscito Constitucional del próximo 25 de octubre. Un paso crucial con tal que el Servicio Electoral disponga de un ítem para realizar gastos como contratación de personal de apoyo, y la adopción de medidas efectivas de seguridad sanitarias durante el desarrollo de la votación.

Digo a contratiempo porque el camino para esto tuvo que ser a zancadas en el Congreso y ello porque no hay apuro en el Ejecutivo, que incluso no tuvo reparos en vivir una polémica a través de los medios cuando el Servel acusó escasa autonomía y recorte de presupuesto de parte de la Dipres.

Es obvio que hoy la pandemia es la prioridad, así como la salud de las personas y la recuperación a nivel social y económico.  Pero también sigue siendo relevante llevar a una nueva Constitución a nuestro país.

Justamente en tiempos de cambios y de mayor solidaridad y reflexión, lo que se requiere es una nueva carta constitucional y La Moneda desde abril ha puesto “excusas”, como por ejemplo, plantear la idea de racionalizar el cronograma electoral.

Y claro, las medidas que toma el propio Gobierno para superar la incertidumbre, no se condicen con su rol de garante en este proceso. 

Es un error que hasta ahora sea necesario exigir que la respuesta del Estado sea categórica en cuanto dar la posibilidad universal de participar en el Plebiscito. Y que implementar un mecanismo de voto a domicilio, tomando en consideración a los votantes contagiados de covid 19, sea zanjado con un portazo ante la premura del tiempo para llevar adelante una legislación con tal de modificar aspectos sustanciales de nuestro sistema electoral.

¿Es acaso una decisión netamente de orden sanitario o de falta de voluntad política del Ejecutivo hacer de ésta una instancia de participación efectiva, transparente y universal?   

Las demoras, los pendientes y las dudas ahondan la incertidumbre respecto de un paso impostergable porque es fundamental para el futuro de la sociedad chilena.

La ausencia de compromiso de los inquilinos de Palacio podría llegar a ser entendible considerado que muchos no creen en la necesidad de cambio, recordemos que parte del oficialismo se negó al acuerdo que pavimentó este primer paso para por fin mejorar nuestra carta constitucional.

A las autoridades de gobierno se les pide prescindencia, pero respecto su opción en la papeleta, no sobre una implementación que deben liderar.  El Gobierno parece querer obviar que éste también es su Plebiscito.

Hoy es inevitable recordar aquel 27 de agosto de 1980, hace 40 años, cuando el valiente liderazgo del Presidente Eduardo Frei Montalva unió a los chilenos ante una cruel dictadura.

Hoy, en democracia, nos preparamos para honrar ese espíritu buscando articular un proceso que parece ganado, pero cuya obviedad en el resultado puede hacer peligrar un camino expedito para los cambios constitucionales tan necesarios.  Este proceso requiere invocar esos liderazgos en nuestro sector y todos los que creemos necesario seguir trabajando por mayor igualdad.

Para ello reclamamos mayor sentido republicano desde la vereda del frente, porque las condiciones sin duda son adversas, pero por qué insistir en poner cortapisas a una expresión de la democracia establecida dentro del acuerdo que las mismas fuerzas políticas oficialistas validaron.

Aún La Moneda está a tiempo de recoger la oportunidad y garantizar que este Plebiscito sea una instancia que recordemos como un imprescindible y no un forzado avance. 

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