¿Por qué sigo militando en la Democracia Cristiana?

                                    

Se ha dado a conocer una carta en la que una treintena de personas, todos militantes del partido demócrata cristiano (PDC), han explicitado sus razones por las que renuncian al partido.

Sin desmedro de que discrepo de las causales que esgrimen, así como de la decisión tomada, expreso mi respeto a lo obrado por ellos.

No obstante y a propósito de este noticiado episodio político y sus antecedentes e implicancias, estimo que estamos en uno de esos casos en que las circunstancias nos ponen exigencias de tal envergadura, que es imprescindible contar con la fuente energética que fluye de nuestras convicciones y reflexiones.

Es así como en este “día después” del tema en comento, hay una cuestión que me ha surgido con mayor insistencia y que, en gran parte, creo que  es condición necesaria y previa para otros análisis y cavilaciones que podrían hacerse.

Concretamente, más que preguntarme si me quiero ir o no del partido, me he planteado algo que, aunque obviamente semejante, pone otro énfasis y va en otra dirección que considero más positiva y de fondo, ¿por qué quiero seguir siendo militante del PDC?

En torno a esta consideración hice mi ejercicio meditativo y concluí en las que serían algunas de las más importantes razones por las que sí quiero seguir participando en el PDC. Son los “porqué” de mis conclusiones, que paso a compartir.

1.- Porque los partidos políticos, más allá de la crisis local generalizada y transversal de los mismos, son organizaciones inherentes a la democracia y uno de los instrumentos e instancias primordiales para la intermediación entre los ciudadanos y el Estado-Gobierno

2.- Porque la DC tiene una historia de más de medio siglo en Chile, con grandes líderes que han dejado un enorme legado y miles de camaradas anónimos a lo largo del país, cuya memoria y presencia, muchas veces heroica, merece ser honrada y acompañada.

3.- Porque mientras en nuestra sociedad siga dándose y existiendo la pobreza, la carencia en la salud, la drogadicción, el alcoholismo, la falta de seguridad, la violencia intrafamiliar, etc., la política y un partido demócrata cristiano, seguirán teniendo un gran sentido. Un político DC debe ser mediador entre sus ideales y las condiciones que vive su pueblo.

4.- Porque en el PDC seguimos pensando que el hombre es un ser que necesita de la ayuda de otros, no solo para vivir humanamente, sino también para llegar a ser lo que es y convertirse en una persona que decide sobre su futuro y el de la sociedad en que está inserto.

5.- Porque, con el respeto a todas las creencias, sigo convencido que el cristianismo posee una cantera valórico doctrinal que permite, a quienes actuamos en política, pertenecer a un partido con dicha inspiración y trabajar por un país con real justicia social.

6.- Porque el PDC, así como en los 60 y 70 tuvo como adversario ideológico- político al marxismo y en los 70 y 80 a los dictadores y a la derecha cómplice, en este globalizado siglo XX debe confrontar ideológica y políticamente al  por todos conocido “capitalismo salvaje”, cuya concentración económica a través de múltiples países no se detiene y va acompañada de una significativa extensión territorial. ( Llegando incluso a China). La concreción de esta realidad en nuestro país, se expresa en el  neoliberalismo que es la mutación del capitalismo.

7.- Porque el proyecto histórico de la DC y su identidad, lo catapultan a la fascinante tarea de trabajar por más y mejores cambios en el país en aras del bien común, a la vez que nos hace tener, como lo afirmó tan claramente nuestra candidata Carolina Goic, un domicilio nítido de centro-izquierda, con todo lo relativo que implica esta geometría política en la compleja y diversa problemática moderna.

8.- Porque a la militancia del PDC no le está permitido desanimarse o angustiarse ante una situación que afecte a algo que hasta entonces se tenía como sólido y perdurable, sino por el contrario, debemos demostrar que la vitalidad se manifiesta no solo en la capacidad de persistir, sino en la claridad y esperanza para volver a empezar.

En lo que a mí respecta y estando absolutamente consciente de que algunos de los “porque” que he mencionado están algo debilitados en su concreción, seguiré trabajando, hasta que Dios me de fuerza y neuronas, para que ellos se revitalicen y los convirtamos en un mensaje renovador a partir del cual reinstalemos una sintonía y diálogo con nuestra gente a lo largo de Chile.

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