¿Qué opciones tiene la centroizquierda en Chile?

¿Es factible la unión latinoamericana en el contexto regional actual?

Un periodista argentino me formuló esas dos preguntas.  Puesto que la crisis chilena despierta amplio interés en América Latina, me atreví a delinear esta respuesta.

Sobre el futuro de la centroizquierda chilena, sin duda se abre una posibilidad importante ante el fracaso de los gobiernos de derecha. Sin embargo, hoy el progresismo es débil, carece de unidad, la pugna entre una izquierda moderada y una izquierda más extrema subsiste y parece ampliarse.

Mientras esas diferencias no se superen, y no se entienda que para gobernar en democracia se requiere de mayorías y de una relación entre sectores de izquierda responsable y sectores de centro, que garantice una gestión eficiente, las posibilidades de triunfo electoral son menores.  Nuevas ideas y programas son más necesarias que nunca en un mundo de creciente complejidad e incertidumbre. Pero sin duda existe la posibilidad de trazar un camino progresista que amplíe la participación y diálogo ciudadano, un crecimiento con inclusión social, una política verde, feminista y con innovación tecnológica.

El progresismo, en una coalición de mayoría, es el mejor camino para fortalecer la democracia, legitimando la democracia representativa con formas de participación directa, y combatir la desigualdad y el individualismo, impulsando reformas sociales que acrecienten la cohesión, con un Estado capaz de convocar, concordar y también catalizar la colaboración de sectores productivos, empresas , trabajadores y universidades, y así lograr los avances económicos y tecnológicos. 

Respecto de la integración latinoamericana, vivimos una curiosa paradoja. Mientras más se requiere coordinación frente a la globalización, más dispersos y descoordinados están nuestros países latinoamericanos. 

Creo necesario y posible desplegar nuevas iniciativas. Una es elevar la coordinación de nuestras políticas internacionales para reforzar el sistema multilateral, y evitar que la pugna estratégica chino -norteamericana desbarate nuestros esfuerzos y nos aísle.

Igualmente, indispensable es la acción conjunta para sostener un sistema comercial abierto, defendernos del monopolio de las grandes empresas digitales, promover una política medioambiental global ambiciosa.

Las sociedades civiles deben tejer nuevas redes de relaciones, al igual que los partidos políticos y las empresas, y así reducir los riesgos de inacción y desconfianza entre gobiernos. Pensar juntos el futuro crea nuevos espacios de colaboración.

Existen fórmulas   parciales que pueden dar frutos como la instaurada entre las cancillerías de Chile y Argentina, el grupo de trabajo estratégico 2030 para elaborar propuestas conjuntas de largo plazo. Y sin duda debemos compartir nuestras experiencias políticas para conocer aquellas que fallan y comprometernos con las fructíferas.

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