Reactivación económica sin mirarse el ombligo

Según el Fondo Monetario Internacional, América Latina sufrirá una fuerte contracción en su economía, marcando una pérdida del 8% del PIB de la región. Un poco menos catastrófico que el cálculo de junio2020, el cual marcaba 9,4% de retroceso.

Sin embargo, siguen siendo momentos difíciles para la América Latina, debido a la emergencia sanitaria y por ello es importante que prevalezca la integración para mitigar el impacto de la pandemia en las economías, porque lo único claro es que nadie tiene una receta única, ni la fórmula para impulsar de manera armónica la reactivación interna en los países latinoamericanos.

Lamentablemente, este diagnóstico parece estar eclipsado por los asuntos domésticos en nuestro país. Vemos que la preocupación del jefe de las arcas fiscales está más enfocada en evitar una medida extrema como un segundo retiro del 10 % de los fondos previsionales, que de ir al origen de esta necesidad. En vez de proponer una alternativa, en vez de implementar un eficiente presupuesto 2021, Hacienda se vanagloria del “esfuerzo fiscal de un 8,4% del PIB, que supera a todos los países de la región".

La reactivación de las economías de la región debe ir acompañada de la promoción de inversiones, equidad social y un proceso de innovación para afrontar los desafíos del futuro, y así lo hemos planteado desde la Asamblea Eurolat como presidente del Parlamento Latinoamericano y Caribeño. Tal es la convergencia de la comunidad internacional en ese sentido, que uno esperaría que este gobierno fuera más allá de la propia punta de la raíz.

Los países tienen el deber de tomar conciencia de su responsabilidad, implementar  medidas eficaces para enfrentar este momento, asimilar que el aumento de la pobreza y el desempleo nos lleva a una situación crítica, que cruza a toda la región, siendo esos temas de alta prioridad.  De ahí la relevancia que cobra una mirada integracionista al afrontar la crisis, que converja en la ineludible voluntad de los gobiernos a la solidaridad internacional.

Desde ese prisma hemos exhortado a las instituciones de la UE y a los organismos de integración latinoamericanos a que refuercen su cooperación en áreas como el desarrollo, la ayuda humanitaria, la salud, la ciencia, la investigación y la tecnología. También en programas sociales que ayuden a mitigar el impacto de la pandemia, reducir la desigualdad y reforzar los sistemas públicos de salud.

Esta crisis sanitaria y social no se enfrenta de manera aislada. Menos aún en nuestra región donde varios de sus países cruzan por procesos que ponen a prueba la solidez de la institucionalidad.

Hoy, este camino debiera también enfatizar que el fortalecimiento de la democracia - de las Instituciones y del Estado de derecho, así como la salvaguarda de los derechos humanos y el mantenimiento de la paz - son clave para la recuperación posterior a la pandemia.

Es necesario que la reconstrucción desde esta crisis, conduzca a una verdadera transformación de nuestras economías y sociedades llevándola a ser más sostenibles, resilientes y justas. Ello obliga al restablecimiento del valor de la inversión e intervención pública, apostando además por medidas que redistribuyan la riqueza a través de sistemas fiscales equitativos y políticas públicas que eviten las consecuencias sociales de recortes en los presupuestos públicos en el corto plazo y el endeudamiento en el gasto social en el mediano y largo plazo.

Tanto por hacer, tanto por cambiar, tanto que aprender … y en nuestro país seguimos enfrascados en una respuesta del Estado reactiva, cortoplacista y de trincheras.  

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