Ricardo Lagos, la fuerza de las convicciones

Cuando falta aún casi un año para las elecciones presidenciales y parlamentarias, las encuestas, y seguramente la debilidad del apoyo ciudadano al actual gobierno, han adelantado el debate sobre las candidaturas creando aparentes realidades prematuras  dado que el escenario político aún está por conformarse y el 50% de la población no indica sus preferencias electorales, todas las cuales, además, pueden cambiar en los meses de campaña cuando se comiencen a escuchar las ideas que hay detrás de cada candidato.

Sin embargo, el tema en debate, en el cuadro actual y tal como aparece en las encuestas, es si la confrontación electoral se dará entre un candidato entrañablemente ligado a los negocios, como Sebastián Piñera, que no ha sido por años capaz de desvincularse de las acusaciones de tráfico de interés y de los depósitos en paraísos fiscales, y un candidato que como Alejandro Guillier, que siendo senador de la Nueva Mayoría y proclamado por el Partido Radical, se declara lejano a la política y a los partidos y busca expresar un voto anti élite en una fase de gran desinterés por la política y de despolitización de la ciudadanía.

O en cambio, la elección será, en una clave de mayor diferenciación política - ideológica, entre el proyecto de derecha que representa Sebastián Piñera, que aparece sin competencia en su sector, y el de Ricardo Lagos, que representa las ideas de la centro izquierda, que promueve una visión de cambios progresistas con gobernabilidad y de garantías y estímulos  al crecimiento económico con políticas distributivas, resguardo del medio ambiente y con medidas contra los abusos del mercado.

Por cierto, esto depende en primera instancia de las decisiones que tomen los partidos de las diversas coaliciones en el tema presidencial y, por cierto y de manera fundamental, de la ciudadanía que el 2 de Julio deberá definir en una primaria legal quien será su candidato en el mes de noviembre.

Hasta ahora Ricardo Lagos es el más afectado, en la expansión de su adhesión ciudadana en las encuestas, por las indefiniciones partidarias dado que el representa una candidatura que gobernará con partidos, que buscará acuerdos con otros partidos para llevar adelante los cambios, que tenderá a fortalecer el funcionamiento de las instituciones y a concretar una forma superior de participación de la ciudadanía.

Es un candidato más previsible, que da más certezas respecto de lo que hará y ello, que en condiciones distintas a la apatía que nos rodea, es un bien, hoy, en un momento de liquifacción de la realidad, como diría Bauman, puede transformarse en su contrario. Ser auténtico y no recurrir a artimañas comunicacionales para captar adeptos, parece no pagar al menos en el plano de las encuestas.

Lagos aparece afectado, también, por la insólita demolición, que algunos sectores de la propia Nueva Mayoría, han hecho de los gobiernos de la Concertación sin reparar que sus cuatro gobiernos han reconstruido la democracia, las libertades, han disminuido la pobreza, han aplicado políticas públicas en favor de los más desposeídos y le han dado al país el mayor desarrollo de su historia. Cuando se demuele en la ciudadanía la memoria y ella es reemplazada por un consignismo vacío, se demuele también la identidad política y cultural de un conglomerado y la de sus liderazgos que sacaron al país de la dictadura y lo han proyectado hacia el futuro.

A ello se ha sumado el propio Guillier, probablemente por la necesidad de proyectar comunicacionalmente su candidatura como alejada de los políticos, cuando ha dicho en su proclamación que “ la dictadura fue derrocada por el pueblo y no por los políticos” contraponiendo a los partidos - que jugaron un rol decisivo en la lucha clandestina y en la desobediencia civil en contra Pinochet y pagaron con centenares de muertes, prisión, tortura y exilio de dirigentes y militantes - con un pueblo que se organizó y movilizó para terminar con el régimen militar.

No hay que olvidar que los primeros 119 desaparecidos eran todos militantes del MIR. Que Letelier y Leigthon eran militantes políticos. Que la dictadura  asesinó e hizo desaparecer a las direcciones de los partidos comunista y socialista, que Víctor Díaz y Exequiel Ponce que las encabezaban, eran antiguos líderes políticos.

Como lo eran también Manuel Guerrero, José Manuel Parada, Santiago Nattino y tantos otros caídos por defender sus ideas. Fueron los partidos políticos democráticos y las organizaciones sociales las que llamaron al pueblo a inscribirse en los registros electorales para ganar un plebiscito, convocado por la dictadura, impedir que gobernara hasta 1997 y desplazarla del poder.

Fue Lagos en la primera oportunidad que tuvo de concurrir a la televisión, después de 17 años de extrema censura, el que apuntó con su dedo acusador a Pinochet y le exigió la renuncia. No se puede tergiversar la historia a este punto para obtener apoyo al apoliticismo en las encuestas ya que con ello solo se  contribuye a la despolitización de la ciudadanía y se confunden los contenidos ideales que hay detrás de cada opción que se dibuja hacia la contienda presidencial de noviembre.

Lagos ha sido víctima, además, de una campaña tendiente a confundir su aporte y legado histórico. Se ha dicho, por ejemplo, que es un líder del siglo XX. Es un  error al menos conceptual. El siglo XX termina con la caída del muro de Berlín y Lagos nunca tuvo nada que ver ni con la guerra fría, ni con los socialismos reales que se derrumbaron.

Por el contrario, él contribuyó decisivamente a la renovación del Partido Socialista y con ello a la alianza de la izquierda con la democracia cristiana y la posterior conformación de la Concertación.

Lagos creó el PPD que fue un partido nacido en el pos ideologismo, una fuerza progresista que fue capaz de colocar los temas nuevos en la política chilena y ha impulsado una política socialdemócrata moderna. Lagos es, más allá de su edad, porque el tiempo pasa inexorablemente para todos, un líder visionario del siglo XXI y los hechos así lo demuestran.

Lagos ha aceptado ser candidato presidencial motivado por sus firmes convicciones. Se presenta ante el país sin camuflaje, para colocar ideas sobre el presente y el futuro de Chile. Ideas para debatir con los partidos y con la ciudadanía y construir de conjunto un programa de gobierno que continúe, mejore y avance en  los cambios impulsados por la Presidenta Bachelet y que dé respuestas a los problemas que aquejan mayoritariamente a los chilenos en temas centrales como la educación, la salud para la mayoría, la batalla contra la delincuencia, el sistema previsional, la lucha contra los abusos de las grandes empresas que se coluden contra el interés de los chilenos, para que el Estado deje de jugar un  rol subsidiario y asuma plenamente sus responsabilidades en la construcción de un país que dinamice su economía y crezca efectivamente con una mayor igualdad y una mejor distribución del ingreso. Para instalar, con la participación vinculante de la ciudadanía, una nueva Constitución que reemplace definitivamente el deslegitimado texto impuesto por la dictadura.

Para ello es la candidatura presidencial de Ricardo Lagos, que es proclamado por el PPD, para renovar las formas de hacer política, para impedir que la política esté subordinada a los negocios y al mercado, para generar confianzas en la sociedad chilena y construir mayorías políticas y sociales sólidas en torno a un paquete de reformas bien elaboradas que permitan dar de nuevo un salto en el desarrollo de Chile.

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