Riesgosa fatiga de controladores aéreos sigue en lista de espera

Desde hace más de un año, los Controladores de Tránsito Aéreo de Chile hemos estado trabajando para lograr que el Gobierno presente un anteproyecto que permitirá gestionar la fatiga en nuestra jornada de trabajo, reduciéndola de 44 a 32 horas semanales, con ocho horas diarias máximas de turno.

Esto no solo por la salud de los funcionarios aeronáuticos, sino por la seguridad de quienes viajan en las aeronaves que controlamos, expuestos al cansancio y efectos de la fatiga de quienes se desempeñan en una de las actividades más estresantes del planeta y que requiere alta concentración.

Tras varios meses de reuniones y trabajo conjunto, en enero de este año, el ministerio de Defensa del gobierno anterior presentó la iniciativa al ministerio de Hacienda, cartera que lamentablemente la devolvió a Defensa solicitando antecedentes técnicos y de impacto económico.

En abril de este año, sostuvimos una reunión con las nuevas autoridades ministeriales (Ministro y Subsecretario) con quienes acordamos retomar las conversaciones para este proyecto y completar la información requerida por Hacienda, datos que fueron entregados por nuestro Colegio el 2 de mayo pasado.

Hasta el momento no hemos recibido ninguna respuesta y seguimos a la espera de que podamos avanzar en esta materia por el bien de nuestro gremio, pero por sobre todo la seguridad de quienes confían sus vidas en nuestras manos, cada vez que suben a una aeronave.

Con un mínimo de 44 horas de trabajo semanales, los controladores chilenos ocupamos el segundo lugar con mayor carga horaria de trabajo de los países OCDE, solo superados por Turquía que tiene 48 horas como máximo. 

Y si a esto sumamos que somos una de las naciones en las cuales los Controladores Aéreos se retiran a mayor edad, el factor de riesgo en la seguridad operacional es aún mayor.

Esta modificación normativa es hoy más urgente que antes, con un crecimiento aeronáutico sin precedentes, enmarcado por la política de cielos abiertos impulsada por nuestro país.

El escenario futuro se prevé de alta exigencia y crecimiento aeronáutico comercial. Basta mirar algunos de los datos entregados en los últimos días por la Junta Aeronáutica Civil (JAC) para proyectar el intenso ritmo de trabajo que deberemos enfrentar los controladores, que esperamos esté amparado por un contexto laboral que se haya hecho cargo de la fatiga y estrés que puede atentar contra nuestro óptimo funcionamiento.

En mayo, el tráfico aéreo en Chile creció 16%, anotando la mayor expansión de hace seis años con 990.154 pasajeros transportados.

En el caso del tráfico internacional, se expandió en 3,6% en comparación con mayo del año pasado, lo que implicó movilizar a 841.428 pasajeros.  Una tendencia que seguirá en alza y que nos hará superar las 40 operaciones/hora sólo en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez, que además duplicará sus operaciones en el próximo decenio, pasando de 15 a más de 35 millones de pasajeros.

Confiamos en que podremos avanzar favorablemente, porque es una materia que está siendo abordada y normada, además, por organismos internacionales, como la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Esta institución de las Naciones Unidas puso como fecha límite el 20 de noviembre del 2020 para que los Estados cuenten obligatoriamente con un programa de control de la fatiga para los controladores.

Sólo restan dos años para cumplir este compromiso, por lo que esperamos que el ministerio de Defensa nos ayude a avanzar prontamente en esta materia.

Esperamos que pronto el Gobierno sacará este importante tema de la lista de espera en la que está hace años.

Nuestra lucha, más allá de nuestra preocupación por la salud de nuestros profesionales, apunta directamente a la seguridad aérea y la protección de quienes dejan sus vidas en nuestras manos cada vez que suben a una aeronave, muchas veces desconociendo la función clave que ejercemos los controladores.

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