Triunfo de Piñera, mirando hacia el centro

Hace una semana Sebastián Piñera ganó las elecciones Primarias de Chile Vamos. La sensación pública es que la ciudadanía eligió el domingo a quien, probablemente, sea el futuro Presidente de Chile y que, salvo que ocurra algo muy inesperado, él será quien gane en noviembre.

Mientras el oficialismo continuista de la visión de Bachelet, representada por Guillier y Goic, tuvieron que ser espectadores del proceso político,  la centroderecha fue protagonista. Si hasta hoy la Nueva Mayoría habla de las Primarias, es porque el eje de discusión se trasladó hacia el hito político de la oposición a Bachelet. Y como bien saben los que entienden como ganar elecciones, cuando eso se logra, el acierto político se hace evidente.

El primer gran triunfo de la centroderecha fue, entonces, protagonizar un ejercicio participativo y democrático. Y a diferencia de otros procesos hubo una competencia de verdad. Lograr que dichas primarias no fueran una mera disputa figurativa sino una real, permitió que la ciudadanía pudiera optar por posiciones realmente distintas, a veces antagónicas, que representaban distintas y legítimas opciones de la centroderecha.

Gran parte del éxito de la participación ciudadana tuvo que ver con esa definición: la elección no confirmaba lo resuelto por las cúpulas partidarias, sino que los electores decidieron qué opción quería tomar.

Eso, claro, no estuvo exento de riesgos; en ocasiones algunas campañas pasaron ciertos límites, que fueron agresivas o que atacaron en forma indebida a sus contradictores, llevando a pensar que más que ganar pretendían evitar el triunfo del otro. Pero eso, en una elección primaria competitiva, representa un segundo aspecto de ganancia: exponer antes de la campaña presidencial todos los aspectos negativos de nuestros candidatos.

Hoy se dificulta enormemente que los verdaderos rivales - el Frente Amplio y la Nueva Mayoría - tengan argumentos válidos para atacar al Presidente Piñera, les impide volver a usarlos eficazmente. No hay, por ejemplo, estratégicamente hablando, posibilidad que los temas críticos de la elección sean nuevamente sacados al pizarrón por la izquierda sin que suene a majadería o produzcan hastío en el elector. De alguna forma, la Primaria volvió inmune a tales temas a nuestro candidato. Eso es un tremendo acierto político.

Personalmente, creo que como sector político acertamos en haber conseguido el triunfo de la racionalidad. Al elegir al ex Presidente Piñera no sólo elegimos a quien representaba dentro de dicha primaria en mejor forma las ideas del centro y de la derecha, sino a quien tiene la capacidad real de ganar la elección definitiva porque encarna el cambio que los electores quieren.

A veces los grupos internos de los partidos, en su afán hegemónico, cometen el error de confundir sus intereses con los del país. No caímos en la tentación de hacerlo, lo que habla de un partido maduro y reflexivo.

¿Significa todo esto que está ganada la elección? En absoluto. Queda mucho y debemos trabajar mucho. La clave de esta elección será no descuidar el voto independiente y de centro. 

El Presidente Sebastián Piñera, lo entendió muy bien el año 2009 y lo comprende aún mejor ahora; sin aquellos apoyos provenientes del mundo de centro y de ciudadanos defraudados del Bacheletismo, no habría alcanzado la mayoría que le permitió llegar a La Moneda. Y es Ésta la misión que tenemos ahora por delante: volver a recuperar y seducir a esos electores.

Centrar la campaña en la libertad, la solidaridad, la democracia, los derechos humanos, el progreso y la justicia parece ser el camino. Dicho camino ya lo recorrió Piñera el 2010 y supo hacerlo bien.

Hacia allá debe apuntar la campaña, pues de lo contrario lo obtenido este domingo sería vano si no somos capaces de encarnar los sueños de ese inmenso universo de ciudadanos poco ideologizados, que no se sienten ni de izquierda ni de derecha, y que en Chile representan más de la mitad del universo electoral. 

Para triunfar en noviembre, Sebastián Piñera necesita todo el apoyo de todos los dirigentes, militantes y simpatizantes de la centroderecha. Y en menos de una semana ha concitado apoyos importantes al respecto. Pero debemos tener claro que con eso no basta: para ganar necesitaremos llegar al centro y al mundo independiente, dejados de lado por la Nueva Mayoría, los que no encuentran espacio en un pacto político cada vez más izquierdizado, y demostrarles que la senda de progreso que inició el país bajo el gobierno de Piñera puede continuar por otro período más.

Al igual que el año 2009, serán los votos moderados, los de centro y los independientes, los que decidirán el futuro de esta elección.

La tarea, por tanto, consiste en conseguir que lo vivido este domingo sea la proyección de la elección de noviembre próximo. Debemos aspirar a que nuestro representante, el ex Presidente Piñera, pueda ofrecerle al país cuatro años de libertad, desarrollo, crecimiento económico, justicia y solidaridad. Chile lo necesita. Nuestro país se merece un cambio.

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