Un hecho trascendente

El 2 de febrero se constituyó el Comando por el No, que echó las bases de la derrota de Pinochet en el plebiscito del 5 de octubre de 1988. Un hecho trascendente en la lucha contra la dictadura que, aunque no logró la unidad del conjunto de las fuerzas, marco una ruta y tuvo la representatividad suficiente para impedir la perpetuación institucional del dictador.

En efecto, hacia mediados de 1987, con el decidido apoyo de la UDI -expresado en el incondicional respaldo de Jaime Guzmán a Pinochet y la jefatura del gabinete en manos de Sergio Fernández- el autoritarismo civil y castrense inició una operación política e institucional de largo alcance, con el objetivo de prolongar la dictadura, intentando resolver su ilegitimidad de origen y ejercicio del poder, llevando adelante un planificado plan que culminaba en el plebiscito.

El objetivo dictatorial coincidía con un reflujo de la lucha democrática. En efecto, las diversas organizaciones y movimientos libertarios no habían alcanzado sus propósitos durante el año 1986, el Paro Nacional del 2 y 3 de julio, convocado por la Asamblea de la Civilidad, fue de gran impacto, pero la dictadura había resistido; luego, en septiembre, el atentado contra del dictador fracasó, además fue descubierta una internación ilegal de armas en la Región de Coquimbo, cuyas consecuencias políticas fueron desastrosas al desbaratar la unidad de acción de las fuerzas opositoras.

Así, en muchos sectores sociales y políticos se produjo un clima de pesimismo y pérdida del ímpetu movilizador que habían alcanzado las jornadas de protestas nacionales, desde mayo del '83 hasta septiembre del '86. Al decaer la movilización popular Pinochet aparecía fortalecido. En ese contexto, los ideólogos del régimen veían la situación propicia para eternizar la dictadura.

Por eso, el Comando del No fue importante, su formación y convocatoria señaló que era posible reagruparse y retomar la iniciativa. Ello requería inscribirse en los registros electorales y convencer a la ciudadanía que la opción del No era una vía posible y no el preludio del caos como vaticinaba el terrorismo mediático del régimen pinochetista.

En tales sucesos se desnuda la naturaleza ultraconservadora y autoritaria de los objetivos políticos que motivaron la formación de la UDI. Aún hoy, sus élites eluden cualquier autocrítica sobre ese patrocinio ideológico del tutelaje castrense, sectario y excluyente. Por eso, no son válidas sus reiteradas críticas a las debilidades del régimen democrático porque está pendiente ese paso decisivo para jugarse auténticamente por la ampliación y protección en el tiempo del régimen democrático.

Hubo dudas y desconfianza en torno a la estrategia de enfrentar la institucionalización de la dictadura apoyándose en la cultura política del pueblo chileno que fue un aliciente a la masiva y luego infatigable preparación política y social para doblegar a Pinochet en su propio terreno. Se decía que ningún dictador organiza un plebiscito para perderlo, pero así ocurrió. Fue una victoria impresionante.

En su etapa final, la unidad del conjunto de las fuerzas opositoras confluyó en la campaña del No, eso posibilitó anular cualquier intentona de fraude pinochetista. El autogolpe preparado en el entorno de absoluta confianza del dictador, para la madrugada del 6 de octubre, fue abortado por una oportuna denuncia que llegó desde el propio Ejército.

No obstante la decisiva victoria democrática, la institucionalidad dictatorial resistió mucho más tiempo. Las reformas constitucionales más trascendentes recién se aprobaron en 2005 y entraron en vigencia el 11 de marzo de 2006. Incluso, la Constitución del '80 aún rige. La prolongación indefinida del armazón represivo del tutelaje pinochetista es una de las deficiencias más severas del periodo histórico, válido y constructivo, del ciclo concertacionista. La permanencia de los enclaves autoritarios coadyuvo al grave debilitamiento del régimen democrático.

Ahora, con el reinicio del proceso constituyente, se presenta otra oportunidad para cerrar esa amarga herencia de la dictadura. Por eso, la redacción de la nueva Constitución exige la más amplia unidad de los demócratas chilenos para culminar el esfuerzo propulsado por la campaña del No en 1988 y lograr culminar la tarea que tanto tiempo y sacrificio ha costado al pueblo de Chile.

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