Un Transantiago electoral

Sin ánimo de ser catastrofista, podríamos estar frente a una posible crisis de legitimidad política, electoral y de legitimidad de proporciones nunca antes vista en nuestro país, y a muy pocos pareciera importarle demasiado aquello.

Por décadas nos hemos vanagloriado como país por tener elecciones impecables, mucho más serios que las de nuestros vecinos, procesos rápidos y a prueba de fallos. Hemos recorrido el mundo entero ufanándonos y con justa razón de nuestra capacidad de desarrollar procesos electorales transparentes. Y estamos a punto de echar por la borda nuestra impecable tradición republicana de excelencia.

La situación denunciada por diversos electores y medios de comunicación, consistente en que 485 mil ciudadanos vieron modificado su domicilio electoral desde 2014, y que se desconoce cuántos de ellos fueron sin su consentimiento, por lo quehan sido reubicados unilateralmente por parte del SERVEL y el Registro Civil a mesas y locales de votación distintos a los de su domicilio, es un hecho grave que amerita toda nuestra atención y preocupación.

Esta situación es, claramente, no solo un hecho que pone en cuestionamiento dicha tradición, sino que afecta gravemente la fe pública electoral. Medio millón de chilenos, de un padrón electoral de un poco más de 14, probablemente no lleguen a votar porque no están en los registros correspondientes o porque se enteró ese mismo día que deben votar en otro lugar.

La incómoda pregunta que subyace tras este yerro de magnitud insospechada es si será procedente repetir la elección sobre la base de este garrafal fallo. Y la respuesta, a mi juicio, es aún una incógnita.

No es posible a priori determinar que ese medio millón de electores distribuidos en distintas comunas afecten realmente los resultados electorales. Nuestro sistema legal electoral establece que los comicios sean estudiados en su mérito –esto es, cada una de las 346 elecciones de alcaldes y 346 elecciones de concejales- y que los vicios de los que se pueda alegar sean producidos una vez producido el acto electoral.

Por lo tanto, en cada caso, habrá que determinar si el eventual traslado de electores en cada comuna incidió sustancialmente en el resultado de candidatos a concejales o alcaldes, y que los escaños son ocupados por personas distintas a las que fueron electas por sufragio por el vicio producido.

¿Hay experiencias de repetición de elecciones? Si.La más impactante se produjo en Talcahuano, el año 2004, oportunidad en la que se ordenó repetir completamente la elección en la que resultó ganador el fallecido alcalde Leocán Portus. El fundamento de la drástica resolución del TRICEL consistió en que el conjunto de irregularidades acaecidas hacía imposible determinar el genuino resultado de las elecciones. Ante esa imposibilidad, debidamente constatada en forma fehaciente en el expediente, el Tribunal Calificador de Elecciones determinó que se repitiera la elección.

De nada sirvió argumentar que dicho hecho alteraba la realidad electoral de la elección, el raciocinio del TRICEL apuntó a que era imposible saber cuál era el resultado real, y ante tal hecho ordenó repetir toda la elección.

Pero no es la única. También el Primer Tribunal Electoral de Santiago ordenó, esta vez en el plano de las organizaciones gremiales, repetir completamente una elección: se trató de la de la ANEF el año 2012. El fundamento de la sentencia, apelada y parcialmente confirmada por el TRICEL, se basó en el mismo principio: la imposibilidad de saber cuál fue el resultado de las urnas.

Desconocemos aún el criterio que podría adoptar el TRICEL en esta materia, más ahora que ha cambiado su integración con miembros nuevos. Pero claramente nuestro sistema electoral, gracias al SERVEL y al Registro Civil, está corriendo un riesgo innecesario y un poco intolerable.

En pleno siglo XXI, con mecanismos electrónicos de alta generación, identificadores georeferenciales y variada tecnología, parece anacrónico y absurdo suponer que no resulte posible saber donde viven los distintos electores, o al menos consultarles en forma rápida y eficaz.

Lo que tampoco es comprensible es cómo las autoridades a cargo de este desaguisado siguen dando explicaciones y excusas sin presentar sus respectivas renuncias a los cargos.

Estando en juego la legitimidad de las elecciones, pues la magnitud del error es de tal naturaleza que puede afectarla, no se entiende por qué el cuestionado Presidente del Consejo del SERVEL, la aún más cuestionada ministra de Justicia y el ya más que impugnado director del Registro Civil no han presentado su renuncia a sus cargos, y lo que es peor, nadie se las ha pedido.

Ellos parecen no solo compartir militancia –todos son Demócrata Cristianos- sino también no haber comprendido que la situación es particularmente grave, que nos enfrentamos a un bochorno de proporciones imposibles de mensurar, y que no hay forma de paliar sino adoptando decisiones urgentes.

En síntesis, hay medio millón de chilenos que tal vez no lleguen a su urna porque no saben donde votar, y existe una alta posibilidad que ello conlleve repetir elecciones. Y lo peor, mientras todo esto ocurre unos y otros se tiran la pelota, sin asumir responsabilidades ni ofrecer soluciones.

Dios nos pille confesados de este potencial Transantiago electoral.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado