Una buena ley después de todo

Ya han pasado algunos meses desde la entrada en vigencia de la nueva ley sobre control de identidad, iniciativa que fue duramente cuestionada por algunos sectores de la opinión pública y, siendo justos, también por algunos personeros de los partidos de la Nueva Mayoría y ex dirigentes estudiantiles.

Entre las exigencias que contenía la ley, se estableció la obligatoriedad para carabineros de entregar informes públicos y transparentes acerca de los resultados de las nuevas facultades y herramientas que se le han entregado a las policías.

La idea era saber cuáles son las cifras, los hallazgos y la efectividad de las medidas de control.

Hasta ahora, se han efectuado 255.500 inspecciones, de las cuales se pudo constatar que el 6% de las personas fiscalizadas tenía algún tipo de orden de aprehensión pendiente. Se reguló la situación de personas  que tenían temas pendientes con tribunales, lo que no puede sino ser catalogado como un éxito.

Además, estas cifras se conocieron luego de que carabineros efectuara un informe detallado y público de sus acciones. En vez de tener una avalancha de denuncias sobre detenciones arbitrarias o “detenciones por sospecha” como se nos acusó en la prensa, lo que hemos tenido es un actuar responsable, ajustado a los protocolos y normas que la propia ley establece.

Y es que hay que entender una cosa, las visiones catastrofistas nunca son una buena herramienta para legislar.

Recuerdo que algo similar ocurrió cuando se discutió la ley de divorcio, debate que estuvo marcado por miradas apocalípticas acerca de la viabilidad de la familia. Nada terrible ocurrió y se siguen celebrando matrimonios.

La responsabilidad en el proceso legislativo deviene de la experiencia y de la capacidad de diálogo sincero y honesto en el Congreso. Por eso es que hay que profundizarlo, alentarlo y practicarlo, con el sincero norte de dar mejores leyes al país y a la gente.

La seguridad ciudadana es un tema particularmente sensible e importante para las personas y se hizo un enorme esfuerzo político para dar con un marco legal que permitiera llevar más tranquilidad y capacidad operativa de Carabineros en las calles.

Hay que felicitarnos entonces y no esconder el orgullo de que fue la política, el Congreso y el Gobierno quienes posibilitaron una ley que es buena para Chile y buena para las familias.

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