Una línea de no confrontación

A seis meses de las elecciones presidenciales hay que mirar el horizonte y asumir que el escenario es muy distinto al que se instaló en los comicios anteriores. La derecha exhibe fuerte soberbia por qué cree en un triunfo seguro, por su parte, las fuerzas de centro e izquierda están separadas y/o diferenciadas.

Esta vez no hubo una convicción como en la campaña del NO, fuerza articuladora o liderazgo que lograra unir lo diverso, ni existió en los Partidos voluntad suficiente para presentar una sola opción. Algo que no debió ocurrir fue lo que sucedió, se dejó de lado la vocación superior de unidad, la que posibilita actuar en conjunto. Ahora, en la desunión, el desafío político se ve cuesta arriba.

Aún más, las candidaturas ya se miran de soslayo y hay quienes se tientan con ningunear al competidor, así se cae en un clima que presagia roces y pugilatos verbales en los que se olvida que habrá una segunda vuelta, y que ganarle a la derecha, exigirá reagrupar las fuerzas una vez que la primera ronda esté concluida.

Hasta ahora se han instalado tres candidaturas que se sitúan como exponentes de la potente cultura de cambio que existe en nuestro país, son expresiones de un vasto espacio político, cuyo punto fundamental es rechazar un gobierno de derecha, con el más descarado portador del conflicto de interés que hay en Chile.

A corto plazo dichas postulaciones se desplegarán y probablemente van a discrepar en diferentes materias, pero no tendrían que hacer de la confrontación entre ellas su línea de conducta. Habrá demasías verbales, pero no hay que perder de vista lo esencial, que no se hagan del poder total los que quieren usar el país para agrandar sus montañas de dinero.

Hay quienes piensan que sumándose a los muchos ataques, sin domicilio único pero de estrategas anónimos, que sufre el sistema político se "salvarán" del escarnio mediático y se suman de modo imprudente a los ataques divisionistas que nutren las expectativas del piñerismo. Algunos apenas disimulan que se someten a esa verborrea populista.

Tratar de "lucirse" en el lodo es un grave error, no se olvide que si se llega a romper la legitimidad de la democracia, como impulsan algunos en la sombra, no habrá quien evite que se repongan y reinstalen las peores propuestas autoritarias, sean del signo que sean.

Por eso, que los árboles no impidan ver el bosque. La democracia y el interés nacional están primero. Si se mira el eje de las intervenciones de Alejandro Guillier, Carolina Goic y Beatriz Sánchez que compite con Alberto Mayol, se aprecia en ellas una clara diversidad, pero no un antagonismo esencial.

Hay diferencias, y al calor de la retórica se amplifican, pero no hay que desconocer que son alternativas democráticas, que no defienden sus propias y enormes fortunas. Más aún, sus ideas se complementan, son una visión opuesta al conservadurismo neoliberal, de acuerdo a la identidad de cada cual.

Hay una búsqueda común, dar respuesta a los dilemas del presente, desde una mirada de cambio y una visión nacional que reclama una sociedad más justa, y no desde el interés excluyente de una minoría que, por estar recargada de condiciones de privilegio, no puede responder eficaz y auténticamente a las exigencias de este período.

Cada cual realiza su propio aporte al proceso de cambios, el que es original e irrepetible, desde la diversidad son insustituibles. Por eso, no hay que facilitar que se cancele el anhelo de la unidad social y política del pueblo que pidiera ese gran humanista cristiano que fue Radomiro Tomic, y tampoco se olvide la ruta de una amplia unidad de fuerzas sociales e ideas progresistas, que inspiró a Salvador Allende.

Es clave competir desde una línea de no confrontación, de cuidar el futuro en el ancho espacio de las fuerzas de centro y de izquierda, de intensificar el esfuerzo de posicionamiento de cada fuerza sin descalificarse, ello debiese posibilitar el reagrupamiento necesario de los demócratas tal como se logró reponer la libertad en nuestra patria.

Hay que actuar pensando en que ahora se pondrá el acento en la alternativa de cada cual y mañana habrá que apoyarse en la segunda vuelta, circunstancia en que estas opciones se puedan sumar y no restar, aunar y no dividir; con ello, se daría una fuerte señal al piñerismo que espera que la voluntad de cambio sea un reclamo que pase al olvido después de las elecciones.

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