“Una mujer fantástica” sin derecho a identidad de género

El triunfo histórico de “Una mujer fantástica”, del director Sebastián Lelio, como la Mejor Película de habla no inglesa en los premios Oscar y la participación de su protagonista, Daniela Vega, como la primera persona transexual en ser presentadora en la ceremonia vista por millones de personas  en todo el mundo, tendrá efectos en Chile que superarán con creces el ámbito cinematográfico para trascender a la cultura y la política.

Al debate que en muchos hogares chilenos se produjo con la exhibición por televisión abierta de esta película que muestra cómo a Marina (cuyo cuerpo no coincide con su identidad de género) la familia de su pareja fallecida le niega el derecho al duelo, le seguirá la discusión sobre el proyecto de ley de identidad de género, que fue ingresado al Parlamento en 2013 y actualmente se encuentra en tercer trámite legislativo en la Comisión de Derechos Humanos del Senado.

Aunque parezca increíble, la actriz Daniela Vega (su nombre social) viaja por el mundo promoviendo el filme que hizo merecedor a Chile del primer Oscar como Mejor Película Extranjera con un nombre masculino (el legal), lo que representa una forma de discriminación por orientación sexual y transgrede su derecho a la identidad de género.

La actriz que ha sido reconocida en diversos festivales internacionales y que considera que el cine se ha abierto a la transexualidad antes de la sociedad, respondió un tuit de la Universidad Católica que recordaba sus inicios cinematográficos en una cinta de un ex alumno de esa casa de estudios (“La visita”, de Mauricio López), señalando que en vez de felicitarla debieran abrir la Universidad a la diversidad y preguntando cuántos estudiantes trans estudiaban ahí.

En efecto, la propia Daniela no tiene estudios formales de actuación y las personas trans se enfrentan a la discriminación y homofobia que les impide el goce pleno de sus derechos y restringe el acceso a la educación, a la salud y al mundo del trabajo en igualdad de condiciones que las personas heterosexuales.

Abuso, discriminación, persecución, violencia, discursos de odio y exclusión afectan a las personas transexuales, poniéndolas en una situación de desventaja en el ejercicio de sus derechos por obstáculos legales o de hecho.

Según el XV Informe Anual de Derechos Humanos sobre Diversidad Sexual y de Género en Chile del Movilh, durante 2016 hubo 332 casos o denuncias de homofobia o transfobia, lo que constituye un incremento de 28,6% en relación al año anterior, y por primera vez en 12 años, las personas transexuales y las lesbianas denunciaron más abusos que los gays.

En febrero recién pasado, la Asociación OTD Chile “Organizando Trans Diversidades” en su Informe para el Comité para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), sobre la situación de mujeres y niñas transgénero e intersex en relación a las obligaciones del Estado de Chile como firmante de dicha convención, señala que las personas trans enfrentan una barrera de acceso al momento de solicitar el cambio de nombre y sexo registral que les permita el reconocimiento de su derecho a la identidad de género.

Como no existe una ley que reconozca el derecho a la identidad de género, la ley que regula el cambio de nombre y apellidos es interpretada por jueces civiles que acceden o rechazan solicitudes de mujeres y niñas transgénero e intersex bajo criterios arbitrarios y fundados en patologización u obligación de diagnosticar disforia de género y trastornos del desarrollo sexual para acceder al reconocimiento de su identidad de género, señala el informe.

En la película “Una mujer fantástica”, Marina, que es una mujer nacida en el cuerpo de un hombre, tiene su cuerpo como su principal reivindicación. Es él el que es juzgado por el médico que atiende a Orlando - el hombre mayor del cual estaba enamorada, con el que vivía y que sufre un aneurisma cerebral -, cuando le pregunta si Marina Vidal es su “apodo”. O cuando un carabinero le pide su carnet de identidad en el que dice que se llama Daniel y ella le tiene que explicar que su cambio de nombre es un asunto en trámite. Hasta ir al baño de mujeres es una pequeña y simbólica lucha para una mujer transexual.

Es su corporalidad la que es escudriñada por la agente de la PDI tras la muerte de Orlando con la intromisión en su intimidad, al consultarle si tuvo sexo con su pareja antes de morir. Marina queda completamente expuesta, humillada y transgredida en su dignidad cuando la hacen desvestirse y la fotografían, evidenciando ese cuerpo-otro que no responde a las características sexuales femeninas, pero que, sin embargo, es de su “ser mujer”.

Durante la agresión que sufre de parte del hijo de Orlando y sus matonescos amigos, la pregunta es justamente por si se operó, como si sus órganos sexuales definieran su identidad de género: “¡no entiendo qué eres!”. La otredad como monstruosidad.

Del cine al trámite legislativo

El Proyecto de Ley que reconoce y da protección al Derecho a la Identidad de Género - que lleva cinco años de tramitación y que desde diciembre del año pasado tiene suma urgencia puesta por el Ejecutivo -, entiende la identidad de género como la convicción personal e interna de ser hombre o mujer, tal como la persona se percibe a sí misma, lo cual puede corresponder o no al sexo y nombre verificados en el acta de inscripción de nacimiento.

Es así que establece una acción específica que será conocida por los Juzgados de Familia (no por jueces civiles como en la actualidad) para el efectivo reconocimiento a la identidad de género de las personas trans, el cual permitirá el cambio de nombre y sexo en las partidas de nacimiento y documentos públicos.

A pesar de que cuenta con suma urgencia y se encuentra en tercer trámite legislativo, el proyecto no alcanzará a ser aprobado antes del cambio de mando presidencial, lo que le pone una prueba de fuego al próximo gobierno de Sebastián Piñera sobre su respeto a los derechos de la diversidad sexual.

En una reunión entre el presidente electo Sebastián Piñera y Chile Vamos realizada en enero pasado, se acordó rechazar algunos proyectos emblemáticos como el de la ley de identidad de género (además de la reforma a las pensiones y al capítulo XV de la Constitución), argumentando que “son malos” y se contraponen a lo propuesto durante la campaña presidencial.

Dicha decisión olvida la existencia del Acuerdo por la Diversidad, que es una solución amistosa ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH), donde el Estado de Chile se comprometió a impulsar el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la adopción homoparental y medidas antidiscriminatorias en salud, educación y trabajo.

Cabe señalar que en el programa del gobierno que con la designación de ministros/as, subsecretarios/as e intendentes/as ha dado señales de alta ideologización de derecha, no hay un apartado específico sobre diversidad sexual y sólo se hace mención a lo “diverso” en el capítulo sobre “Sociedad civil libre, vigorosa y diversa”.   

Es de esperar que el orgullo y emoción que el presidente electo manifestó en un tuit por el triunfo de “Una Mujer Fantástica” se traduzca en un decidido apoyo a la legislación que avanza en el goce de los derechos de la diversidad sexual, para que películas como la ganadora del Oscar no sean el reflejo de una realidad de abusos y violencia que siguen sufriendo las personas trans en pleno siglo XXI y para que Chile forme parte de una creciente conciencia global de derechos, igualdad y no discriminación.

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