Una sola, de la cordillera al mar

Cuando la nueva Región de Ñuble termine su rodaje el 2018, la Región de Valparaíso se convertirá en la más importante del país después de la  Metropolitana. El interés de la región - entendida como una comunidad política - exige preservar esta posición en el proceso de regionalización al que está siendo sometido el Estado.

La importancia no proviene de sus leyendas, sino del lugar, su gente y sus actividades. Valparaíso como Región es la más importante según cifras de organismos oficiales, ya que fuera del centralismo metropolitano, es la primera en población; un PIB apenas por debajo de la de Antofagasta y una expectante posición de vecindad con tres regiones del país.

Su capital, la ciudad de Valparaíso, es sede del Congreso Nacional, puerto principal, aquí se encuentra el Consejo Nacional de Cultura y contiene barrios patrimoniales reconocidos por la UNESCO.

Una ciudad recargada de símbolos y destinos manifiestos, donde su densa identidad que encuentra raigambre en su historia y patrimonio, está sujeta a un insólito provincianismo, pleno de un ensimismamiento costero, que le ha impedido incorporar el interior de la Región hacia un futuro común posible. Y en esta cuestión, la gente de Aconcagua tiene toda la razón.

Las próximas autoridades parlamentarias se enfrentarán a grandes desafíos, que requieren enraizar los lazos de esta naciente comunidad política para construir una región integrada. Valparaíso cuenta con grandes recursos para ser una gran región si se gestiona adecuadamente su diversidad.

En esta elección, en estricto rigor, es la primera vez que se elige una representación que incluye toda la región, dado que los actuales senadores representan a la costa o a la cordillera, y los Consejeros Regionales son electos por distritos. Las nuevas autoridades senatoriales estarán ligadas a los destinos regionales que en los próximos años adquirirán importantes cuotas de autogobierno.

La relevancia de Valparaíso entre sus pares, la situará como la región líder en el proceso de regionalización más intenso que está viviendo la República, desde su fracasado intento federalista.

Lo que le falta es adquirir conciencia de sí misma, como una sola región y una comunidad política completa.

Como comunidad política regional tiene que tomar conciencia sobre sus principales activos: el principal Paso Fronterizo Terrestre del Cono Sur y los puertos más importantes del país; su amplio territorio hereda tres fronteras con entidades similares: O’Higgins, Metropolitana y Coquimbo y un patrimonio natural de excepcionalidad como son la Isla Juan Fernández y la Isla de Pascua, verdaderas plataformas de la proyección nacional hacia el Asia Pacífico.

Con el proceso de regionalización en curso, esta posición se volverá un activo geoeconómico. Pero su falta de articulación territorial entre la costa y el interior, y más concretamente, con el Valle del Aconcagua, ha generado un importante y entendible intento por separarse en dos regiones.

Seguramente no está lejos el día en que sus futuros representantes, sus dirigentes y sus instituciones regionales puedan lograr un gran acuerdo para el desarrollo sustentable del territorio, considerando su rica diversidad y su matriz productiva, que ponga en primer lugar a la gente y su calidad de vida.

La creación de gobiernos intermedios es inédita en el país y la Región de Valparaíso - la Quinta, como la llaman algunos  porteños - está frente a una oportunidad histórica.

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