Voz, voto y representación para las mujeres

El pasado 7 de abril se cumplieron 82 años desde que las mujeres pudieron ejercer por primera vez el derecho a voto en nuestro país. Primero fueron las elecciones municipales y después las parlamentarias y presidenciales. Con el correr de los años, las mujeres nos hemos abierto espacios en la política, y si antes nuestras antecesoras lucharon para obtener voz y voto, hoy nuestras fuerzas están por elevar la representación de las mujeres en los espacios de toma de decisión política.

En Chile, las mujeres son la mayoría de la población, alcanzando el 52,7% de los habitantes; sin embargo, sólo un 15,8% de los integrantes del Congreso Nacional son mujeres, lo que se traduce en que hay sólo 19 diputadas de 120 y 6 senadoras de 38.

En los gobierno locales, tenemos una sub representación igual de preocupante.  En las últimas elecciones municipales de 2016, las mujeres ocuparon un 19% de las candidaturas a alcaldías y un 31% de las candidaturas a concejalías, pero concentradas en una menor cantidad de comunas. Hubo 179 comunas (el 52% de municipios del país) donde ninguna mujer compitió por la alcaldía. Hoy, tras los comicios, Chile cuenta apenas con un 11,9% de alcaldesas.

Los análisis e implicancias de esta realidad pueden ser muchos y variados, sin embargo, resulta pertinente detenerse en las barreras que enfrentan las mujeres para ser candidatas y luego, para ser electas.

Vivimos en una sociedad, donde persiste la idea que las mujeres son las únicas o las principales responsables de las tareas reproductivas. La última encuesta del uso del tiempo (INE, 2015) muestra que las mujeres usamos más tiempo y en mayor proporción que los hombres, en actividades de cuidado. 

No es fácil para las mujeres entonces, lidiar con las responsabilidades familiares y domésticas y al mismo tiempo ser activas participantes de las organizaciones sociales y políticas que definen el diario vivir y convivir de ellas, de sus familias y comunidades. A pesar de eso, las mujeres constituyen más del 50% de quienes militan en partidos políticos y son la mayoría de quienes están en las juntas de vecinos, clubes de adulto mayor, comités de vivienda y otras organizaciones territoriales.

Encausar estas ganas de participar y estos liderazgos territoriales de las mujeres hacia espacios donde su participación tenga mayor incidencia es un desafío de nuestros tiempos y fue una de las razones que estuvieron detrás de la reforma al sistema electoral impulsada por el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.

Con el objetivo de avanzar hacia una mejor calidad de nuestra democracia y mayores niveles de representatividad de la diversidad política, territorial y de género que existe en el país, el 2015 se aprobó la creación de un sistema electoral proporcional e inclusivo, bajo el que se realizarán a fines de este año las primeras elecciones.  Poner fin a un sistema que reproducía las elites y no legitimaba el voto mayoritario de las y los ciudadanos, es un logro sin precedentes para nuestra democracia.

El “lugar” de las mujeres estuvo presente en este cambio histórico. El derecho y deseo de participar ya no desde la “marginalidad democrática”, se conquista a través del criterio de paridad de género en la Reforma Electoral. 

Este criterio significa que las candidaturas al Congreso deberán tener una proporción de mujeres y hombres de 60-40, es decir, no habrá listas parlamentarias inscritas que tengan menos de un 40 por ciento ni más de un 60 de representantes del mismo sexo. En palabras sencillas, las mujeres tendremos un piso mínimo del 40 por ciento de las candidaturas.

Sin duda, el paso que dimos es un avance en equidad, en el camino de que nos hemos propuesto de lograr más igualdad entre mujeres y hombres. Ya hemos visto a lo largo del tiempo y en distintos países que, si el Estado no empuja la participación de las mujeres, ésta no se da de modo natural.

Por eso, y para seguir avanzando en un Chile más justo es fundamental que las mujeres tengamos un espacio en la política.

Como Gobierno, tenemos la convicción en que Chile debe combatir las desigualdades instaladas en su seno, profundizando su democracia y fortaleciendo la participación de sus ciudadanos y ciudadanas en la vida política, social y económica del país. Seguiremos trabajando día a día por estos objetivos.

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