¡Pobre Valparaíso!

Primero fue la huelga del sindicato portuario de TPS y luego la huelga de trabajadores portuarios eventuales. Ambas han sido devastadoras para la ciudad y a la larga para ellos mismos. 

No es posible que en definitiva un sector de la ciudad, con sus acciones, determinen el futuro de ésta. Cuando un sector irresponsablemente y con una tremenda miopía solo se preocupa de sus intereses, aún cuando sean legítimos, pero pisoteando los del resto. 

Se está colocado una lápida a los Cruceros, sin que el sector privado que está directamente involucrado en el conflicto, ni siquiera se inquiete por resolverlo a la mayor brevedad. Por su parte el Estado que tiene el deber de resguardar el interés mayor de la sociedad no hace nada. Mientras a vista y paciencia de todos, Valparaíso sigue agonizando. 

Son miles de fuentes de trabajo las que se ven afectadas, muchos pequeños emprendedores que han levantado su empresa con un tremendo esfuerzo y ven un futuro negro para su actividad. 

Más aún, la misma Empresa Portuaria que con su decisión del aforo fuera del puerto, fue la causante de la primera huelga del sindicato de TPS, ahora vuelve atrás con la medida.

O sea, en definitiva, se premia a quienes fueron los causantes de la primera crisis con los Cruceros. A quienes se les señaló, de distintas formas, que su accionar era destructivo para la ciudad ¡Qué tremenda irresponsabilidad de quienes dirigen esta Empresa del Estado! 

Vemos con impotencia al alcalde Scharp reclamando por la situación, con plena consciencia del desastre que significa para la ciudad, sin poder hacer mucho al respecto. 

¿Qué nos pasa que el egoísmo nos ahoga? Esa empresa involucrada que hace oídos sordos al conflicto porque quizás no le afecta mucho directamente, ese sector público que no atina a tomar decisiones oportunas para al menos salvar la situación.

Ese trabajador eventual que cuando está tomando esta decisión, sabe que está afectando a su vecino que se desempeña en labores asociadas a los cruceros. Pero en definitiva, prevalece los intereses personales o empresariales por sobre los de la ciudad. 

¡No parece importarles el resto! Incluso a los que tienen el deber y la obligación de resguardarlo. 

¿Este es el hombre, es la ciudad o el país que queremos? 

¡Cuánto te lloro Valparaíso!

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