La dignidad de la clase trabajadora

Se conmemoró un nuevo 1 de mayo, en Chile y el mundo, fecha especial que reconoce universalmente el valor del trabajo humano como esencial en la creación de la riqueza social y de los trabajadores como su productor fundamental.

Este día Internacional obliga a muy diversos actores del diario vivir, apoya a la persona que permanentemente es respetuosa de la clase trabajadora y se esfuerza por evitar abusos y atropellos, pero también interpela a los que habitualmente no lo hacen y los obliga a señalar, aunque sea de la boca hacia afuera, una actitud contraria a las prácticas discriminatorias que coartan o lesionan los derechos fundamentales de los trabajadores.

También con los Estados pasa un fenómeno semejante, sea en democracia o dictadura, durante el 1 de mayo en muchos países personeros oficiales se esmeran en diversas valoraciones, incluso en anuncios que remarcan su buena disposición como gobernantes, sin embargo, no es raro que las palabras se las lleve el viento; como también ocurre con el falaz mensaje empresarial criticando las malas prácticas y abusos laborales con floridos adjetivos y edulcoradas intenciones que no se piensa cumplir porque no se respeta la dignidad de los trabajadores.

El divorcio entre las palabras y los hechos ha sido factor determinante en el desencanto popular con la política en general y la democracia representativa en particular. Este fenómeno sucede en medio de un proceso de globalización, cuyo principal resultado ha sido la concentración del poder y la riqueza cómo nunca había sucedido en la historia de la humanidad, generándose un grado de desigualdad que ha creado una irritación de alcances imprevisibles.

Multitudes de hombres, mujeres y jóvenes esperanzados en un futuro mejor pueden ejercer el voto, incluso alcanzar la victoria con las candidaturas que apoyan, pero no consiguen mejorar sus condiciones de vida al no respetarse la palabra empeñada y así padecen sin perspectivas injusticias y abusos de poder. Esa es hoy la insoluble contradicción de la globalización neoliberal. Un sistema político que no logra responder a las necesidades apremiantes de las multitudes que sueñan con ser escuchadas y encontrar alguna acogida a sus innumerables tribulaciones.

Sin embargo, las poderosas e influyentes organizaciones empresariales rechazan cualquier avance, por mínimo que sea, en derechos de los trabajadores y tiran la cuerda obteniendo ganancias sin límites, pero también sin prudencia ni perspectiva de largo plazo. Se cierran herméticamente hasta que una explosión social echa abajo los muros y barreras de contención de la demanda popular.

Esa posición mezquina tiene su peor cara cuando se desata la protesta social y exigen de los gobiernos, a los cuales incluso han denostado y hecho oposición, el uso de la violencia represiva para proteger sus privilegios. Por eso, resulta difícil digerir el discurso político de supuestas buenas intenciones separado de la práctica y el diario vivir de la mayoría de la población.

En tal sentido, es un buen avance el acuerdo logrado entre la CUT y el Gobierno sobre el sueldo mínimo. Se trata de un aumento que mejora los ingresos de los trabajadores y compromete reformas laborales por mucho tiempo pendientes.

También la presencia del Presidente Boric en el diálogo personal y directo con los y las dirigentes sindicales, encabezados por David Acuña, nuevo líder de la CUT, constituye una señal muy importante. Las enormes utilidades de los sectores empresariales permiten que el Estado recaude más y pueda empeñarse sostenidamente en lograr una participación justa de los trabajadores en la distribución del ingreso.

Enfrentar la brecha de la desigualdad es una prioridad esencial para derrotar la desigualdad en Chile y reponer la estabilidad democrática sobre bases de integración y justicia social. Se trata de impulsar y desarrollar una voluntad política que sitúe los intereses de la clase trabajadora en un lugar principal de la agenda pública.

Hay que fortalecer la sindicalización, la negociación colectiva y el derecho a huelga para reequilibrar la cancha, de modo especial, en la producción industrial, minera y en el comercio a gran escala donde la acumulación de riquezas es impresionante y la retribución a los trabajadores está marcada por la injusticia.

Bienvenida sea la conmemoración del 1'de mayo, avanzando hacia una nueva Constitución, para reforzar la brega por la dignidad de los trabajadores como parte fundamental de la lucha por un Chile más justo. Que los derechos fundamentales de los y las trabajadores se hagan costumbre, a través de un Estado social y democrático de derecho. Hay que tenerlo presente siempre.

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