Chile en fragmentos, “defensa de la intolerancia”

Preocupa ver el estado de la sociedad chilena actual. Los niveles de violencia a través de las redes sociales y el espacio público mediatizado es realmente alarmante. En un giro fundamental de la actividad investigativa ya no deberíamos preocuparnos tanto por las noticias de los distintos portales de la red o de los medios tradicionales sino por los comentarios que la gente realiza, sin ningún tapujo, y que dejaría preocupados a los neonazis.

Con justa razón el gran intelectual italiano Umberto Eco, en una polémica que no se encuentra para nada cerrada, decía que la red le da espacio para hablar al tonto del pueblo. Esos comentarios que antes circulaban en el bar mientras bebías unas cervezas o te comías un asado con los amigos; esa brutalidad que luego pasaba como gracia, como simpatía o simplemente como humor negro, es ahora trending topic. ¡Qué giro más impresionante en la evolución del espacio público! Una verdadera democratización de la estupidez.

Una pregunta central sobre estas materias es si la libertad de expresión incluye la posibilidad de decir lo que se me venga en ganas: acusando, sugiriendo, denostando, agrediendo o incitando a la violencia contra  grupos o personas.

Un ejemplo concreto de esto fueron las declaraciones del ex comandante Edmundo González, quien durante los trágicos incendios forestales del verano acusó la intencionalidad de “activistas mapuche” en los hechos.

Todo esto a través de su cuenta en twitter. Así entonces, cabe preguntarse si toda opinión, en el marco de esta mal entendida libertad de expresión, es igualmente respetable y tolerable. Los lectores pueden amplificar este caso a muchos otros que suceden a diario.

¿O qué me dicen de los gritos pinochestista en el lanzamiento de la campaña del empresario Sebastián Piñera?

¿O cómo podemos entender tanto comentario, o derechamente opinión, que defiende al dictador Pinochet?

¿No resulta extraño que después de probados juicios donde se ha señalado que la dictadura de Pinochet torturó, ejecutó y mandó al exilio a niños, mujeres y hombres inocentes, todavía sea aceptable que gente proclame su nombre?

Me parece que hay un cierto punto muerto en la reflexión de la gente de izquierda. Tiene miedo de proponer como inadmisible estas opiniones por atentar contra la libertad de expresión.

O por un cierto empate, ya cansino, donde le devuelven la pelota con opiniones como, "pero yo acepto que tu apoyes a Allende o a la UP," etc. Pues sencillamente no es lo mismo.

Una cosa son errores políticos, problemas de violencia y el largo etcétera que quieran ponerle, y otra muy distinta son los horrores cometidos por el Estado y todo su aparato de violencia.

Pues el Estado tiene ese monopolio, dispone de esa fuerza, compra armas para ello y prepara soldados que supuestamente nos defenderán, pero que en el caso chileno, han trabajado torturando a sus compatriotas ¿Qué tal? Les pagamos para eso.

Pues no. Con la misma fuerza con que no acepto defensas mediocres de las dictaduras de Castro o de los horrores de Venezuela, no me parecen respetable, ni tolerables, gritos ni defensas a un tirano como Pinochet. Las opiniones no son respetables ni tolerables por el hecho de existir pues en caso de serlo tendríamos que aceptar defensas a Hitler, defensas a Stalin, etc. ¡Qué ridículo!

Urge una educación cívica y una legislación dura contra este tipo de manifestaciones. ¿Quieren que lo ocurrido en dictadura no se repita? Pues hay que trabajar en los colegios para ello. Mostrarle a los estudiantes los horrores de la tortura, lo intolerable que resulta la eliminación de otras y otros diferentes.

Raya para la suma.  Mi posición es, no tolero tu opinión, me resulta inaceptable, agresiva y lesiva para la sociedad, algunas incluso deberían ser sancionadas; es más, me preocupa que tu hijo o hija sea criado con valores racistas, homofóbicos, violentos con el otro, pero aún así respeto tu vida y tu existencia. 

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