¿Es Chile un país católico?

La pregunta se la hizo el Padre Alberto Hurtado, -elevado a los santos altares el 23 de octubre de 2005- hace decenas de años, en la primera mitad del siglo pasado.

En las páginas del libro así titulado, el Padre Hurtado se refiere a la miseria del pueblo chileno y afirma que la raíz principal “es la falta de cultivo religioso de las masas y de los grupos de selección, que acarrean un debilitamiento de su fe”, y agrega que “la falta de sacerdotes, bien lo comprendemos, no es solamente problema de número. El problema sacerdotal encierra, pues, un problema de santidad en primer lugar; de correspondencia a la gracia; de abnegación; de formación seria y profunda en las disciplinas sagradas y en los conocimientos humanos.

El sacerdote es mediador entre Dios y los hombres, instrumento en manos del Redentor para salvar a los hombres, y el instrumento debe estar unido a la causa que lo mueve y al objeto a que se aplica”.

En estos días acaba de aparecer una encuesta realizada por Corporación Latinobarómetro en la que señala que entre 1995 y 2013 la población católica nacional pasó de predominar con un 74% a tener un 57% en menos de dos décadas.

De forma paralela se conoció la actuación del sacerdote Gerardo Joannon en lo que muchos califican “asociación ilícita” para arrancar de sus brazos a recién nacidos y darlos en adopción.

Anteriormente los casos de curas involucrados en abusos sexuales, y el caso emblemático de Karadima abusando de jóvenes de alto estatus social.Y, para coronar esta “semana horrible” de la Iglesia en Chile, el Cardenal Ezzati cuando se enfrenta a la prensa después de la misa crismal y ante preguntas sobre “el caso Joannon”, se limitó a responder con un “muchas gracias”.

En esta semana que, cuando yo era pequeña estaba revestida de austeridad y seriedad, de mensajes y de historias de hombres y mujeres que daban su vida por un ideal de justicia y de solidaridad, resulta doloroso ver cómo un mensaje que los hombres devinieron en poder político temporal enfrenta días de crisis.

El hombre que motivó a la cristiandad nació en un hogar “vulnerable”, víctima del abuso de los poderosos, de los ricos y de los burócratas del stablishment.

En esa realidad de brutalidad, de una masa esclava, con palabras de amor, de equidad, de acogimiento, fue capaz de movilizar y convertir a miles.

¿Qué es hoy la Iglesia que sus seguidores formaron y a la que muchos pertenecemos? Un Estado, un Estado poderoso que todavía es capaz de influir en las naciones, un Estado que comercia como el que más, un Estado que protege y esconde a sus pequeños delincuentes de birra y sotana, y, sin embargo, pese a ese Estado y a esos hombres que transformaron el amor a Dios y a los seres humanos en amor al poder y al dinero, sigue existiendo una iglesia que ama, que tiene a hombres y mujeres buenos, que se entregan a la vida de encuentro y solidaridad.

Soy católica, como muchos y muchas sufrí dolores en mi vida y encontré refugio sólo en la palabra acogedora y comprensiva de algunos curas, pocos curas. Hace tan poco se fue Alfonso Baeza –uno de esos pocos curas- y me sentí huérfana.

Ya no estuvo para hacer misa en recuerdo de mi amado hijo, Manuelito; no va a estar este 27 de septiembre para recordar a Manuel Bustos. Su partida me dejó con un sentimiento de desamparo, de soledad. No quiero “encargar” una misa pagando, para que se lean sus nombres como en una lista de supermercado.No.

Prefiero, en familia, hablar de ellos y de lo que hicieron en sus vidas, en cómo causaron nuestras alegrías, preocupaciones, ilusiones, penas… en fin, en cómo pasaron por nuestras historias para quedar vivos para siempre en nuestros recuerdos.

Por eso, en estos días, en que el mundo millones de almas recuerda a un ser humano noble y grande –no perfecto, sin duda- siento que la pregunta que se hizo el Padre Hurtado respecto a Chile debe replicarse al mundo y la respuesta creo yo serían miles de interrogantes y sólo algunas respuestas.

¿Hace Francisco la diferencia? ¿Es suficiente su ejemplo para creer que la Iglesia vuelve a ser referente?

¿Es Ezzati y su actitud displicente reflejo de una doctrina?

¿Los que funan a una jerarquía son capaces de respetar a quienes seguimos creyendo en un hombre que entregó su vida por la justicia y el respecto a las personas?

¿Podrá este iglesia ser capaz de sacar más curas obreros como Alfonso, Puga, Marotto, Aldunate, Jarlan, Dubois,Bolton,Alsina y tantos otros capaces de vivir la vida de los millones de chilenos que con su trabajo hacen crecer a sus familias?

¿Habrá una iglesia que dé espacios de influencia para nuevos Silva Henríquez, Juan de Castro, el Cardenal Caro, Hourton, Santos, Hurtado, Camus, Contreras? Mi esperanza es que sí,… siento que la llegada de Francisco abre ventanas de esperanza, de aires renovados.

¿Son sólo los católicos gente con ideales de justicia, libertad, equidad, solidaridad? No, por supuesto, pero en la raíz de nuestra creencia sí están esos valores, a los que se suman los del valor, de la fortaleza, de la impaciencia, del ardor.

¿Es Chile un país católico? No, cada día menos, pero no por la fuente que nos inspira, sino por la parte siempre débil del eslabón, nosotr@s, seres humanos perfectibles, y, por lo mismo, llenos de defectos.

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