La chimuchina Cardenalicia

Sergio Velasco
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Reinaldo Sapag  tuvo razón  al publicar su libro “La Iglesia  Santa y Pecadora de todos los Días”. Texto escrito por un católico desde adentro de la Iglesia, relacionado con las altas esferas del poder eclesiástico.

Hoy vemos con estupor, una vez más que “es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón”, como dice el refrán popular.

Los famosos mails difundidos  ampliamente por la prensa, dejan en muy mal pie a la dupla de cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati, sobre todo porque tratan situaciones que afectan la credibilidad de los Pastores ante su grey.

Utilizaron todos los contactos, posibles incluso del lobista  del Palacio de la  Moneda -Enrique Correa- para impedir que a Felipe Berríos SJ lo nombraran capellán en la casa donde tanto se sufre, pero que algunos  ambicionan habitarla, a lo menos por cuatro años.

Berríos nunca pensó ocupar dicho cargo,  “no tengo dedos para este piano” pero el Arzobispo, según el correo descubierto, estaba  descompuesto si algo así  ocurriera, en consecuencia que el cura se siente realizado a la luz del Evangelio  trabajando entre los más pobres de los pobres.

La cúpula eclesial mantiene una persecución permanente en contra de los sacerdotes que se atreven a recordar a los purpurados que la misión de Cristo en la tierra, está en preocuparse de abrir las puertas de las iglesias, como señalara el Papa Francisco  para que estas no se conviertan  museos petrificados.

Peor le fue a Juan Carlos Cruz, una de las víctimas del protegido cura pedófilo del Bosque, que se atrevió a denunciar  al todopoderoso Karadima, que tanto daño le ha hecho a la Iglesia cuando supieron ambos “príncipes del clero” que el Vaticano, lo nombrarían como integrante del Consejo Pontificio  sobre abuso sexual en la iglesia.

Todo el poder fáctico de los cardenales, se dejó caer en las altas esferas del  Pontífice en Roma, hasta lograr revertir el nombramiento, para que no se conozcan las verdaderas atrocidades que en materia de abusos inmorales  se cometen con niños y niñas en el  país, por curas y obispos pervertidos.

Benito Baranda un laico, que no tiene pelos en la lengua, fue enfático y lapidario: el Arzobispo “ha faltado a la verdad, fue deshonesto y vergonzoso”  jamás se podrá borrar esta página negra si se sigue ocultando la verdad, esa verdad que nos hará libre en tanto y cuando no se siga protegiendo institucionalmente a los culpables.

El senador A. Guille  fue claro y directo “Ezzati debería retirarse, le haría un favor a la Iglesia Católica”. Es hora del merecido descanso, para que entre aire nuevo, puro, limpio. Esta es una responsabilidad que tenemos que asumir todos los que profesamos la fe católica.

Mantenernos al margen es simplemente una cobardía impresentable, toda vez que en el pasado reciente la Iglesia fue guía de conducta  moral y defensora inclaudicable de los más débiles y perseguidos.

Sapag, quien acompañó al cardenal Raúl Silva Henríquez hasta sus últimos días, doloridos como miles de católicos, le envió una Carta Abierta a monseñor Ezzati haciéndole saber los errores, uno tras otros efectuados  en su gestión. La respuesta fue un trato humillante y vejatorio, que no se condice con la embestidura de los obispos al servicio de los fieles.

Algo huele mal en las esferas del poder, los caminos del Señor no son estos, por el contrario, la idea del Papa es recuperar la confianza perdida, se ha venido a servir y no servirse de todos aquellos que siguen con pasión y devoción el Evangelio de Cristo.

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