Padre Miguel: su testimonio desde las “callampas” de Santiago hasta las Naciones Unidas

El ocho de Junio, falleció en Managua mi querido amigo el sacerdote Miguel D´Escotto, quien ha dejado una huella sempiterna de su paso por este mundo.

“El amor perfecto excluye el temor” dice Juan en su Evangelio y Miguel amaba perfectamente a Cristo, por eso nunca lo atenazó el temor cuando día a día nos entregaba el mensaje liberador de Jesús. De esa manera, este sacerdote cristiano de Maryknoll se convirtió en sembrador de esperanza y vida.

Desde las poblaciones “callampas” que tapizaban Santiago allá por los años sesenta,  inició su camino fundando el Instituto Nacional de Acción Poblacional con el objetivo que sus marginados habitantes construyeran la acción comunitaria que les diera las armas para defender sus derechos sociales.

En esos lejanos años lo conocí y compartimos muchas jornadas de trabajo, de conversaciones y de reflexiones, tanto en Chile como en otros lugares.

El 3 de Junio de 1963,  en el Centro Gremial Jesús Obrero de la parroquia del mismo nombre, junto al Hogar de Cristo, fundado por el jesuita San Alberto Hurtado, se reunieron diecisiete comités de pobladores de diversas “callampas” de Santiago, como las del Zanjón de la Aguada, la Illanes de Renca, La Casa de Barracas y otras, para dar vida a la que sería la CENAPO, la Central Nacional de Pobladores.

Era el esfuerzo de la Democracia Cristiana por fortalecer la candidatura de Eduardo Frei a la Presidencia de la República. En esa fundación participaron entre otros Miguel, el  entonces diputado DC, Rafael Agustín Gumucio, después fundador de la Izquierda Cristiana, y muchos otros militantes de ese partido, como Luís Quiroga.

Lo recuerdo cuando trabajábamos en CENAPO  y compartíamos los problemas y los dolores de quienes habitaban aquellas “callampas” como la Nueva Matucana a orillas del río Mapocho, con dos pilones de agua para casi veinte mil habitantes.

Miguel tenía claro que había que movilizar a los pobladores para luchar por agua, luz, alcantarillas, escuelas, plazas, movilización por la dignidad de vivir. Eran objetivos que en ese tiempo unía a pobladores socialcristianos y marxistas en un proyecto global de transformación de la sociedad. Pero todavía en el 2014 en Chile había más de seiscientas de esas poblaciones con casi treinta mil familias.

Cuántas anécdotas y cuántas enseñanzas en ese caminar junto a Miguel. Ambos éramos aficionados a la fotografía. Una vez que viajábamos en una camioneta, yo puse mi cámara en la llamada guantera y él me dijo  “no, la cámara no se pone ahí, la llevas tú, si no se descentran las lentes”

Años más tarde Miguel partiría a EEUU, para trabajar en su congregación donde fue director de Comunicación Social en Nueva York y fundó la editorial Orbis, para finalmente regresar a Nicaragua.

En 1973 creó la Fundación nicaragüense Pro Desarrollo Comunitario Integral. Un par de años más tarde se integraría al sandinismo y en 1977 fue uno del Grupo de los Doce que declararon públicamente su apoyo al Frente. Cuando triunfó la Revolución, le llamaron para que asumiera el ministerio de Relaciones Exteriores, el que ejerció hasta abril de 1990.

Varias veces nos encontramos cuando era Ministro. La primera fue en una reunión del Grupo de los 77 de la Naciones Unidas, en la Conferencia de Colaboración entre los Países en Desarrollo que se desarrolló en Buenos Aires. Ahí ocurrió una simpática anécdota con el padre D´Escoto.

Era la época de última dictadura argentina y yo como periodista y fotógrafo estaba al centro del Salón de sesiones cuando terminó el acto inaugural.  Miguel que estaba sentado junto a su delegación me vio y bajó, abrazándome en ese sitio a la vista de todos. Más tarde un diplomático argentino que era el jefe de prensa de la Conferencia me bromeaba “ahora todos los Servicios te deschavaron”, lo que significaba que los servicios de inteligencia de la dictadura me habían descubierto como amigo del los sandinistas.

También me volví a encontrar con él cuando asumió el mando Raúl Alfonsín y luego Carlos Menem y cuando yo visité Nicaragua después de hacer una consultoría en Guatemala.

Durante esos años ocurrió su suspensión “a divinis” que le aplicara junto a otros tres sacerdotes,  Juan Pablo II. El cuatro de Febrero de 1984 les aplicó ese castigo a Miguel, Ernesto Cardenal, al jesuita Fernando Cardenal y al diocesano Edgardo Parrales. El Papa argentino, Francisco levantó esa pena a todos el 4 de Agosto de 2014.

El Gobierno nicaragüense lo propuso para presidir las Naciones Unidas durante su 63 Asamblea General y así entre 2008 y 2009, desde las “callampas” de Santiago había llegado a ser una autoridad mundial. El padre Miguel dio la batalla por la refundación de la ONU de manera de poder transformarla en una organización donde todas las naciones tengamos iguales derechos y similares deberes, para así asegurar el desarrollo y la paz.

Aunque la noticia de su muerte ha sido silenciada por los grandes medios como la CNN que se dedica a atacar a los Gobiernos progresistas, son miles los que han rendido un último homenaje. Leonardo Boff, el cardenal Ovando, el Consejo de Seguridad de la OUN, los campesinos del Perú, el Gobierno y el Presidente de Nicaragua, Raúl Castro y miles y miles de cristianos.

Mi último recuerdo de Miguel fue un par de días después de su partida. No sabía de su fallecimiento y me casaba por la Iglesia. En ese momento traje a la memoria que una vez me había dicho “el matrimonio es como una planta, hay que cuidarla amorosamente”. Él desde su lugar junto al Padre me estaba acompañando.

Como dijo el Cardenal Leopoldo Brenes al despedirlo en Managua, “…la vida del padre Miguel estuvo dedicada a servir al prójimo y amar a los demás como hermanos”.

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