7.30 A.M.(y el aborto)

Sergio Canals
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Viernes a las 7.30 horas. Un perro evolucionado, espera pacientemente que pongan la luz verde para atravesar la calle.

Esquivando con habilidad los buses sobre su skate, me sobrepasa velozmente por el medio de la calle un adolescente hijo de la modernidad, al que no se le ve cara cubierta por un capuchón plomizo, displicente y amante de los riesgos,con las manos en los bolsillos.

Acelero, para pasar casi con luz roja, acompañado por el Concierto para violín de Mozart N3-KV216, y trato deslizarme yo también por la vida esquivando el barullo de las mañanas.

Si me concentro mucho en la música, puedo flotar y deslizarme en una nueva realidad musical de la cual soy una minúscula parte, mientras espero que la conciencia automática maneje sin errores.

Yo, el auto, la música, el violín y el piano, Mozart, la calle con el perro, el encapuchado del skate, y la luz roja, sin ningún pensamiento.

(Les advierto que es como el “tao del manejo”, o un “manejo zen”).

Bueno, obviamente casi me paso la luz roja, logrando sólo frenar más allá de la línea blanca del paso para los peatones, mientras que una mujer baja y bastante obesa, acompañada de un señor de edad que apenas camina, me insulta orgullosa de sus derechos.

¡Joder!, obligado a escuchar las noticias y algunas reflexiones y opiniones personales al respecto.

¿El aborto terapéutico?

No existe como problema legal, ya que siempre un médico de forma legitima, sujeto a esta disyuntiva que hoy prácticamente es imposible técnicamente, prefiere la vida de la madre.

¿Aborto por violación?

El derecho amoroso-legal a la vida del embrión-ser humano-persona (indefenso) en desarrollo desde la concepción, es anterior (y fundante), a la voluntad de eliminarlo de la madre y de cualquier otro.

(Además, siempre existe la posibilidad de la adopción).

¿Aborto por no viabilidad del feto?

Mientras simbióticamente el embrión desde la primera célula esté ligado a la madre, siendo y no siendo ella a su vez, su hijo/a, (y viceversa), tienen una vida común con una nueva realidad vital.

La madre le regala la vida al embrión, y este le regala la posibilidad de la maternidad y la creación de una persona. Hay un flujo de vida de la madre al embrión, y viceversa transformándose ambos mutuamente.

Ya no es más una mujer, es “una mujer embarazada”, una futura madre que transforma su realidad íntegra y su relación con el mundo, y esta la transforma a ella.

Esta nueva vida intrauterina, alma corporizada y cuerpo animado a la vez desde la primera célula, sin importar sus condiciones, ciertamente sólo es posible gracias a la anuencia y voluntad amorosa de la madre,idealmente con la compañía del padre.

Debería reconocerse entonces, que la decisión siempre dolorosa de una madre, de suspender el embarazo y/o mantenerlo hasta el final, como podría ser en los dos últimos casos vitales límites, llevando a cabo un embarazo con el gozo de tener un hijo y el sufrimiento permanente del duelo de su pérdida a la vez, son inconcebibles (aunque comprensibles) desde lo masculino. Sólo se comparte y se co-siente, en la decisión de la paternidad con la mujer.

Sólo es propio a la naturaleza y sentido íntimo de la mujer.

El aborto, es de alguna manera, vivir y morir a la vez, para seguir viviendo con un desgarro de esta nueva identidad. Es la creación en la propia destrucción. Es el sino de la fragilidad de lo humano en lo divino, que está más cerca en este caso, de lo propiamente femenino que rasguña lo sagrado con la posibilidad de pro-crear.

El dolor indecible de esta decisión, que anida en la conciencia y libertad que definen el alma y al corazón humano en su misterioso fondo ético, no cabe duda que se acrecenta y favorece, cuando sólo es tomada por la mujer, en la desesperación de la soledad y la falta de esperanza, donde faltan el amor bondadoso de otro, junto a la acogida y comprensión de la comunidad solidaria.

La discusión hoy, antes de legislar, es sobre la vida, el ser humano, la humanidad y la persona, especialmente desde la mujer, y por eso, le atañe a todos.

Escucho con la esperanza de oír opiniones de las mujeres, los sacerdotes, científicos, antropólogos, filósofos, artistas, intelectuales, médicos, los universitarios, estudiantes, y la gente común y corriente, además de los políticos y abogados.

Apago la radio, decepcionado, (esperando psicóticamente), que quizás sea un tema de “Mundos Opuestos”.

…Fin del viaje (después de volver a Mozart).

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