Cáncer: de la fatalidad a la esperanza

En medio de cada una de las emergencias que nos azotan con dramática regularidad, quienes trabajamos en  las enfermedades crónicas, epidemias silenciosas, nos preocupamos pues ellas siguen su curso inexorable y pasan a segundo plano.

El cáncer continúa como una de las principales causes de muerte en el mundo: las últimas mediciones internacionales arrojaron que son más de 8 millones de personas los que pierden anualmente la batalla contra el cáncer.

El 4 de febrero de cada año la Organización Mundial de la Salud y centros especializados alrededor del mundo conmemoran el Día Mundial contra el Cáncer. En Chile, en donde es la segunda causa de muerte con alrededor de 25 mil fallecidos al año, también se recuerda la fecha.

Aunque en el país la investigación y las políticas públicas para la prevención de esta enfermedad continúan en desarrollo, el reto para todos sigue siendo mejorar el control de esta enfermedad e invertir el paradigma desde la fatalidad a la esperanza. Pues la sobrevida es hoy mayor (50-60%) que la muerte. En algunos tumores, como los infantiles, la sobrevida se acerca al 80%. Vale  la pena entonces poner esfuerzo y atención permanente.

Sin embargo, uno de los principales desafíos en la actualidad es recabar información necesaria para hacer frente a esta enfermedad.

Sabemos que el cáncer está creciendo, pero tenemos problemas para recopilar datos y saber dónde y cómo esforzarnos para brindar un buen servicio de prevención, tratamiento o cuidados paliativos. 

En ese sentido  una de las prioridades debiera estar en concentrarse y priorizar los tipos de cáncer con mayor prevalencia en ciertos grupos de la población: cáncer infantil, de mama, cáncer de útero, de estómago y de pulmones. En muchos aspectos, el Plan AUGE ha sido un reflejo de esa estrategia.

Otra arista fundamental, la investigación y la formación de recursos humanos, especialistas médicos, de enfermería, técnicos y sociales deben recibir una atención mayor. Un buen conocimiento desde la investigación básica y aplicada, servirá para establecer terapias coherentes que tengan impacto y sean sustentables económicamente. No podemos caer en las ilusiones que nos trasmiten algunos medios sin tener una responsabilidad social sólida.

Recién en noviembre de 2016 el ministerio de  Salud ha propuesto un borrador de estrategia nacional que ha sido comentado a través de una consulta ciudadana. Desde la academia y la comunidad hemos aportado ideas y comentarios  para que este proceso sea verdaderamente conducente.

Falta una Ley General de Cáncer que promueva una centralización de datos y modelos de acción, otorgue recursos y comprometa al país en el control del cáncer. La formación de centros de excelencia que reúnan el cuidado de pacientes con la investigación y la capacitación. Concentrar lo complejo y descentralizar los simple, prevención, diagnostico temprano, continuidad y apoyo a los pacientes terminales en el primer nivel. Cirugías de mayor dificultad, terapias especializadas y otras intervenciones en niveles mayores. Una coordinación inteligente y respetada por todos es indispensable.

Ese es el desafío más allá de las coyunturas y las otras emergencias.

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