La epidemia que nos obliga a trabajar unidos

Las enfermedades no transmisibles (ENT) son una epidemia mundial que mata a 38 millones de personas cada año. En América Latina y el Caribe, 3 de 4 muertes se deben a estas enfermedades y en Chile, esta cifra se eleva a 84 muertes de cada 100.

Las enfermedades cardiovasculares y los cánceres son las dos primeras causas de muerte en nuestro país (27% y 26%, respectivamente) y un 12% de personas -entre los 30 y 70 años-  muere por estas causas a nivel nacional.

Este grupo de enfermedades tiene cuatro factores de riesgo comunes: tabaquismo, sedentarismo, uso nocivo del alcohol y dietas malsanas con exceso de calorías, sal, azúcar y grasas saturadas.

Las personas que viven en condiciones de mayor pobreza enferman y mueren más jóvenes que las personas que viven en mejores condiciones socio-económicas. La mortalidad en grupos poblacionales vulnerables es un 5% mayor que en poblaciones con mayor acceso económico (80% en países con ingresos bajos vs. 75% en países con mayores ingresos).

Esto porque las personas vulnerables y socialmente desfavorecidas…

Tienen una mayor exposición a productos nocivos, como el tabaco o alimentos poco saludables,  ya que éstos se venden más baratos que los alimentos más saludables, los cuales tampoco están disponibles en todos los almacenes de barrio.

Tienen menos acceso a información y educación sobre los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles.

Viven en peores entornos, menos saludables; tienen trabajos inestables sin políticas de vida saludable para los trabajadores.

Tienen un acceso limitado a servicios de salud que incluyen promoción de la salud, prevención específica de enfermedades como detección precoz de consumo de tabaco, consumo riesgoso de alcohol o dieta malsana, así como a diagnóstico temprano de sus enfermedades y tratamiento con acceso universal a medicamentos esenciales.

Este grupo de enfermedades aumentará el nivel de pobreza de la sociedad porque los costos de diagnosticar y tratar estas patologías son muy altos. A lo cual se debe agregar las discapacidades que generan, significando que gran parte de los pacientes deje de trabajar y con necesidad de rehabilitación permanente.

En 2010, el Foro Económico Mundial calculó que los países gastan alrededor del 4% de su Producto Interno Bruto en las ENT, dando cuenta por qué es tan urgente actuar para prevenirlas.

A fin de reducir el impacto de estas patologías se necesita una serie de intervenciones con enfoque integral para reducir sus factores de riesgos asociados, involucrando no sólo el sector salud sino también educación, desarrollo social, economía, trabajo, vivienda y urbanismo, entre otros.

Internacionalmente se conocen una serie de intervenciones enfocadas a la población general, que son de bajo costo y que logran reducir los factores de riesgo más comunes como dieta, consumo de tabaco, sedentarismo y consumo excesivo de alcohol. Para diagnosticar y tratar las ENT hay también intervenciones esenciales de alto impacto que pueden aplicarse en la atención primaria de salud, que requieren que el recurso humano tenga un adecuado entrenamiento para diagnosticar y tratar a las personas con ENT.

Es fundamental la participación y compromiso de toda la ciudadanía en el diseño, implementación y evaluación de las iniciativas para controlar estas patologías, ya que se ha demostrado que la participación de la comunidad permite identificar aspectos claves como son los factores socio-culturales que subyacen a estas enfermedades y, en especial, a sus factores de riesgo.

La participación estimula y fortalece el empoderamiento de las personas y sus comunidades y sienta las bases de la sustentabilidad en el tiempo de las estrategias, previniendo así que  éstas se pierdan por cambios de autoridades o disminución de presupuestos. Para asegurar la capacidad de las comunidades es importante fortalecer las competencias de colaboración y trabajo en equipo, conocimiento específico sobre las enfermedades o factores de riesgo a trabajar y expansión de recursos financieros y de infraestructura.

Las acciones que actualmente Chile está desarrollando han demostrado no ser suficientes y existe la necesidad urgente de aumentar la capacidad que tenemos como país para el control de las ENT y sus factores de riesgo, por lo que es relevante que se avance en la generación de un mecanismo de coordinación nacional participativo para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles y sus factores de riesgo.

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