La vacuna se nos vino, ¿estamos preparados?

Qué vacuna elegir, cuál es la prioridad, distribuir pública o privadamente, se vacunará a todos, será obligatoria.
Cualquier medicamento o vacuna se elige según sus propiedades: Eficiencia, efectos adversos, complejidad de su administración, duración de su efecto, homogeneidad de su acción en diversas poblaciones o en los sexos, elementos que acompañan a la vacuna.

En las vacunas para el Covid-19 casi no sabemos ninguna de las propiedades enumeradas resultado de su aplicación en grandes poblaciones, se tienen estos datos para los grupos que fueron inoculados las fases clínicas de investigación. De la que se está aplicando en EE.UU. y lleva más de un millón de inoculados y se empieza a aplicar en Chile podemos decir que no tiene efectos adversos severos inmediatos.

Su efectividad preventiva de Covid-19 es 95%, necesita de dos dosis separadas por 21 días y almacenamiento en congeladores a -70°C. En Chile, la aplicación de cualquier vacuna puede tener un resultado muy diferente en la población de estrato alto, en el estrato medio y en el bajo porque las mezclas raciales difieren mucho en ellos; aún la población amerindia tiene mezcla caucásica.

La conclusión es clara, debe usarse varias vacunas en Chile ya que ninguna tiene todavía una aplicación tan extensa para resolver todos estos problemas y ver cómo se comportan en las otras poblaciones.

La prioridad en vacunar está dada principalmente por la probabilidad de adquirir el contagio y por la respuesta deficitaria a él. Parece obvio empezar por los más expuestos, el personal de salud, aquellos donde la enfermedad es más grave, ancianos con enfermedades, sin enfermedades, otras poblaciones vulnerables y la población general.
Pública o privada. Creo que la única alternativa ética aceptable hasta vacunar a todas las poblaciones vulnerables es la vacuna pagada por el Estado. Me parece también que debería ser la forma de vacunar a la población general ya que instalar una administración pública o privada es instalar la injusticia del ingreso, educación, salud, acceso a información, y otros bienes.

¿Será obligatoria? Esto depende de qué vacuna sea. En el caso del tétanos o la rabia que implican 50% y 100% de letalidad respectivamente, la vacuna es obligatoria porque tiene carácter de terapia, en la rabia es la única. No es el caso de la gripe. Tenemos que preguntarnos para qué se vacuna a una persona. La finalidad es para que en el caso que se contagie la probabilidad de hacer la enfermedad sea baja, si hace la enfermedad esta sea más débil, y si hace una enfermedad grave llegue menos a morir que en el caso del no vacunado. El motivo es proteger a la persona, que tenga más "defensas" contra el virus.

Necesitamos los conceptos de persona contagiable, contagiada y contagiosa. Personas contagiables somos todos, estemos vacunados o no, hayamos tenido o no la infección viral. Si recibimos al virus, pasamos a ser una persona contagiada, y si este se ubica en la región boca-nariz-ojos, empieza a desarrollar su población, se hace la persona virtualmente contagiosa y al emitir saliva, secreción nasal o lágrimas pasa a ser factualmente contagiosa.

El desarrollo de la población viral y el cuadro clínico van a depender de las defensas que tenga el huésped, si da o no síntomas y si se trata o no. La vacuna produce aceleración y aumento de las defensas y de defensas específicas, lo que también ocurre y con más intensidad y extensión si la persona tuvo la enfermedad. Estas defensas obstaculizan el desarrollo de la población viral e incluso pueden eliminarla. Pero ni la vacuna ni la enfermedad anterior aseguran que la persona no pueda contagiarse e incluso que llega a ser contagioso o sufrir un nuevo episodio de Covid-19. Eso sí que en relación a la persona no vacunada o que no ha sufrido la enfermedad anteriormente, los vacunados o los que tuvieron la enfermedad presentarán los caracteres de ella en menor grado y por tiempos más cortos. La vacuna contiene y reduce el desarrollo de la epidemia y este es el efecto que se busca.

Con esta breve precisión podemos decir que la obligatoriedad de ponerse la vacuna no procede. La persona evaluará cuan contagiable es y cuanto riego tiene al hacer la enfermedad y decidirá. Para impedir ser contagiado o contagiar las medidas precautorias conocidas como lavarse las manos frecuentemente, mantener distancia física, evitar contactos interpersonales, usar mascarilla, son las más efectivas. Una persona puede decir que no se va a vacunar porque observa acuciosamente todas las medidas preventivas y no tendría por qué contagiarse o ser contagioso. Más aún el que se vacuna al igual que el que no lo hace, debe seguir observando meticulosamente estas medidas preventivas. El que no se vacuna podría argumentar incluso que de obtener inmunidad prefiere obtener una inmunidad más completa teniendo la enfermedad aunque eso le cueste la vida, y si no se va a contagiar la vacuna para él implica riesgos solo de efectos adversos, incluso la muerte.

El respeto a la libertad y autonomía de la persona está por encima de cualquier otro principio; porque el argumento que hay que proteger a la población, individuo a individuo, del contagio por medio de la vacuna no es, en rigor, cierto. La vacuna protege probabilísticamente al disminuir los tiempos de mantención del virus en la personas y reducir las poblaciones virales en ellas, lo que implica una baja notable de la contagiosidad de Covid-19.

El beneficio mayor es la reducción de todas las acciones del personal de salud y del número de pacientes que necesita estas acciones, más la baja en el contagio de la población. Lo que procede es educar a la población y educarse valorando la disminución del tiempo de evolución de la pandemia y de sus estragos que hace en las personas y en los recursos de salud, lo que depende de la vacuna pero más importante de la observancia de los protocolos preventivos.

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