Por una oposición contundente y constructiva

Ya conocemos quiénes serán parte del equipo del próximo Gobierno. Un grupo equilibrado en experiencia, capacidad técnica y sin duda no paritario. Más allá de los nombres, ya sabemos a  grandes rasgos la impronta de esta nueva administración: cultivar una economía ortodoxa e insistir en acomodar la política pública al signo político propio más allá de la institucionalidad.

Y claro, surgen las alarmas porque no caímos en cuenta, al parecer, que se eligió vía urna, un Gobierno de Derecha. Caló parece en algunos el slogan complaciente, tal vez se sienten engañados por esos cantos de sirenas de la “centro derecha” y ahora anuncian ir al choque.

La declaración de intenciones respecto a un tiempo de unidad fue rápidamente eclipsada por la alarma que sentimos quienes llevamos décadas buscando correr esa barrera hacia un Chile más igualitario.

Y si bien el futuro gabinete ya salió al paso - no sin molestia- para aclarar que lo aprobado es ley, no pueden culpar la inquietud lógica cuando declaraciones de futuros secretarios de Estado van en contra de avances en igualdad de derechos como el acceso al aborto terapéutico en tres causales y la recién despachada ley de Educación Superior, que garantiza gratuidad gradual progresiva, más calidad y fin al lucro… surge entonces el resquemor. Y es que supimos ya de esa política de la letra chica.

Tal como apelamos a que estos avances responden al anhelo de igualdad social y no meramente ideológico, es que esperamos que la decisión política vaya más allá de lo personal en Desarrollo Social, teniendo a la cabeza al líder del empresariado.

Porque una vez más se busca intervenir esta institucionalidad, el corazón de un gobierno progresista y que para algunos neoliberales es un simple brazo del Estado asistencialista.

Esto es el barniz, estamos a la espera de conocer las prioridades del Ejecutivo para poder tener claros los puntos de convergencia y de desencuentro. En esa línea, no puedo a priori determinar que estos anuncios son una señal de enfrentamiento,  porque ponerse pintura de guerra por lo general genera el todo o nada y el momento político no está para aquello.

Lógica que no se condice con lo marcado en Relaciones Exteriores, donde las explicaciones deberán ser muy claras respecto de lo que se pretende,  porque nuestro país va a jugar un papel complejo en la realidad latinoamericana, con un nombrado Canciller que ha demostrado ser muy duro respecto  países amigos que están pasando un momento crítico y donde Chile tiene un rol para ayudar a una salida democrática y pacífica.

Se ha dicho que este gabinete está hecho con una mirada egocéntrica, lujo que no cabe en materia internacional. Este punto es delicado, la mujer del Cesar no sólo debe serlo, sino que además parecerlo en Relaciones Exteriores.  Además, tenemos la tarea de avanzar con los acuerdos de modernización con la Unión Europea, el TPP y la Alianza del Pacífico requieren más que una opinión personal. 

Sin duda, este es un gabinete que pretende corregir los problemas que tuvo en su primer gobierno en el sentido que carecía de experiencia política y privilegió un perfil más tecnocrático. Se promete calidad y eficiencia en su función para abrir diálogo con quienes vamos a formar la oposición.

Por nuestra parte, estamos siempre por apoyar las buenas ideas que signifiquen progreso y mejor calidad de vida para nuestra gente,  pero no debe caber duda alguna que vamos a oponernos a todo retroceso de las reformas impulsadas. Tal vez es positiva esta renovación para una oposición contundente y constructiva, ambos roles no son excluyentes.

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