A propósito de un aniversario

La Gran Logia de Chile cumple 159 años de existencia. Si bien hubo Masonería antes de 1862, es a partir de ese año que se institucionaliza un órgano rector, bajo la forma de una Gran Logia. El 24 de mayo de ese año, cuatro logias toman la decisión de unirse bajo una sola institución rectora, siguiendo la fórmula establecida en 1717 y regulada a partir de 1723, con la llamada Constitución de Anderson.

La ligazón que se produce entre la Masonería y la República, sin embargo, comienza con las logias precursoras en el proceso emancipatorio y en las primeras décadas de la nueva Nación, y cuando se constituye la Gran Logia de Chile, ello adquiere una relevancia que se plasma en una aportación ética a los grandes procesos que vivirá la República hasta hoy.

Así, en el desarrollo republicano, desde las logias han emergido comprensiones éticas centradas en la condición humana, en sus derechos inalienables y en la naturaleza evolutiva de las formas de convivencia, basadas en el Derecho y en principios rectores, tales como la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Tales comprensiones han sido canalizadas a través de la acción de sus miembros, que de ese modo se han constituido en actores fundamentales del hecho republicano y de los procesos que han permitido el progreso nacional en sus comprensiones materiales y espirituales.

La educación como responsabilidad pública, el civismo, el fomento industrial, la legislación laboral, el voto femenino, la salubridad como tarea del Estado, la beneficencia desinteresada y el Estado de bienestar fueron algunos de los aportes realizados por masones de distintas vertientes políticas a la comprensión de un país que lo entendemos dentro de una perspectiva de progreso, que deviene de la capacidad humana de transformar positivamente los medios materiales y espirituales que hagan posible la realización humana, a través de la justicia social, los derechos humanos y la democracia.

Los hechos que marcan la realidad de nuestro país, desde octubre de 2019 no han escapado a la preocupación y a la reflexión que se hace desde las logias que integran nuestra institución.

Cuando asumimos la actual gestión de la Gran Logia de Chile, en un acto que realizáramos en el Salón de Honor del Congreso Nacional, expresamos nuestra preocupación por los problemas que advertíamos en la realidad política y social del país, y planteamos nuestra preocupación por el nivel de exacerbación de las pasiones y la degradación del respeto a las instituciones. Llamamos entonces a construir diálogos generosos, apelando a nuestras élites políticas, empresariales, académicas, intelectuales, corporativas y sociales, para hacer un gran esfuerzo que permitiese educar a nuestra sociedad en la convivencia.

En nuestro mensaje de Fraternitas de la República, el año 2019, llamamos a la amistad cívica y a privilegiar una disposición fraternal. Expresamos allí la necesidad de mucho más política y poner el foco en los plazos medios y largo, sin atenuar la capacidad democrática de la alternancia, que toda institucionalidad política debe garantizar y valorar en su virtuosidad.

Las conclusiones del Convento Masónico (una convención realizada en las logias de todo el país), realizado a fines de 2019, fueron el resultado de una profunda reflexión frente al estallido social, que fue coherente con la necesidad, planteada por las demandas sociales, de avanzar hacia un nuevo contrato social, es decir, una nueva Constitución Política.

En ese contexto, la Gran Logia de Chile apoyó decididamente el acuerdo político del 15 de noviembre de 2019, con el fin de buscar una salida institucional a las demandas sociales, dentro de la mejor tradición democrática chilena, cuyos resultados son posibles de constatar en las elecciones realizadas el pasado 15 y 16 de mayo, proceso del cual los chilenos debemos sentirnos orgullosos por la transparencia y el concurso de todos, instituciones y ciudadanos, para tener un resultado inapelable, que abre el camino para resolver las deudas de la democracia y del sistema político y, por consecuencia, las deudas sociales que afectan a muchos chilenos.

El futuro del país requiere, como consecuencia de los resultados obtenidos, el máximo de buena voluntad y de exacta comprensión respecto de lo señalado por el electorado que concurrió voluntariamente a las urnas. Pero también requiere mesura y espíritu colaborativo, diálogo fecundo y un sentido de interés en el bien común, toda vez que nadie puede arrogarse más allá de los votos obtenidos, sin perder de perspectiva el hecho que más de la mitad de los electores no se sintió comprometido con el proceso electoral y con las opciones presentadas y que, a través del voto obligatorio, deberá ratificar la nueva Carta Fundamental.

Como institución ética al servicio de la condición humana, la Gran Logia de Chile y sus logias, colaborarán con las mejores capacidades de sus miembros, para que los principios del humanismo, de tolerancia, de justicia social y democracia, permitan la comprensión común republicana tan necesaria para asegurar una sana convivencia en diversidad e inclusión. Lo hará en coherencia con su historia y su fidelidad a los valores constituyentes de la República, el espacio de todos y para todos.

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