Adiós, septiembre

Se va el mes de la Patria. Alguien me comentó que un reciente estudio sobre la chilenidad destacaba como elementos de nuestra identidad la cordillera, la Copa América, Mistral y Neruda, la cazuela y el ser aperrado, Condorito y el Terremoto. El Terremoto, claro, pero no el telúrico, el que cimbra la tierra, sino el que alborota por dentro y doblega a la Chicha en las preferencias populares. Dicen que es el trago que más identifica a los chilenos, pero dudo que sea el trago preferido o el más tomado. Porque hay de todo en las declaraciones o confesiones criollas.

Hace unos días, mi hijo comentaba otro estudio, uno en que los chilenos declaran mayoritariamente que se sienten satisfechos con sus vidas familiares, en sus casas, en su vida privada; sin embargo, son los mismos que critican duramente la vida en comunidad, fuera del hogar.

O sea, todo bien en casa, todo mal o a medias fuera de casa. Mi hijo adolescente no entiende, “cómo se puede vivir contento y satisfecho dentro de la casa y mal afuera. No son planos separados, vivimos en comunidad, en sociedad al tiempo que habitamos nuestro hogar y lo que sucede puertas adentro y puertas afuera es el resultado de lo que hacemos, de lo que cada uno hace”.

Mi hija, también adolescente, interpreta, “como si nos quisiéramos puertas adentro y nos criticáramos y peleáramos puertas afuera”. Algo así, pensé asombrada y, sobre todo, orgullosa. Y se nos vino una entretenida conversación que apenas detuvieron la medianoche y el sueño.

Si me gusta mi vida, pero no la parte que desarrollo en sociedad, en la relación con los demás, ¿cuál es mi responsabilidad?, ¿cuánto de lo que yo hago causa mi sensación de malestar puertas afuera?

¿Qué hacemos para que lo que sucede en el trabajo, en el estudio, en la vida comunitaria, no nos guste y lo critiquemos? Lo que sucede fuera de nuestros hogares no es obra de otros, es resultado de lo que cada uno hace todos los días; de lo que hacemos mal, de lo que dejamos de hacer, de lo que descuidamos y de lo que nos pasa por el lado. Todo lo que nos sucede es consecuencia de nuestros actos, conductas, compromisos o descompromisos. De modo que si no nos satisfacen nuestras vidas fuera del hogar y la familia, algo estamos haciendo mal, algo debemos modificar antes de criticar y quejarnos desde la comodidad de nuestras casas.

Se va septiembre, dejaremos de pensar en quiénes somos y lo que nos identifica. Entonces mi hijo pregunta, “¿y cómo nos ven desde fuera, desde otros países? ¿Saben cómo nos sentimos los chilenos? ¿Es verdad que en China adoran las cerezas chilenas producidas por los mismos que se sienten descontentos?

Yo agrego, ¿sabrán los chilenos que el Presidente Obama destacó el proceso constituyente como ejemplo de participación ante la Asamblea de las Naciones Unidas?

¿Sabrán que somos uno de los doce países del mundo que pueden hacer transferencias electrónicas, sabrán que somos el mejor destino de aventuras de América del Sur?

¿Sabrán los chilenos? Puertas afuera, claro.

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