Amor y esperanza

¿Podrá existir a futuro un amor sin condiciones, sin prejuicios personales y sin imitación de los prototipos sociales en boga?  Sin duda que es una pregunta que podría parecer como muy obvia en un mundo distante de este tipo de preocupaciones, más cerca de lo mundano y habitual, más próxima al sentido común, al mercado y la vida superflua de los fans.

Si la pregunta la hacemos es porque conjeturamos que los cambios que nos toca vivir en el presente y en el futuro a las generaciones más jóvenes, son cambios sobre los cuales no tenemos ninguna certeza de su existencia y naturaleza. Existe una duda cierta del futuro, pese a que ella siempre ha existido, pero hoy, en un mundo lleno de incertidumbre, ese futuro se nos hace cada día más oscuro y enigmático. Solo nos queda por delante la evidencia del  avance tecnológico que lo tenemos a nuestro frente y del cual vivimos sus avances de manera cotidiana.

Hoy vivimos hacia afuera,  volcados hacia un mundo circundante que nos rodea y nos llama de manera permanente a alejarnos de nuestro centro personal, social e identidad. Ese mundo no nos deja la tranquilidad suficiente para vivir nuestras emociones, sentimientos y pensamientos reflexivos a fondo. No nos permite, tampoco, mirar a la persona del otro como otro, como un ser distinto, lleno de potencialidades al igual que las mías propias.

En este mundo volcado hacia lo exterior la posibilidad de un amor sin compromisos  se hace difícil de llevar cabo, de acrecentarlo y hacerlo cada día más profundo, sereno y de largo plazo. El amor de las personas se transforma en el amor de los Fans (de los fanáticos circunstanciales) donde todo es brillo y relumbrón, de corto plazo y de poca profundidad.

Por eso la pregunta sobre ¿si podría existir a futuro un amor sin condiciones, sin prejuicios personales y sin imitación de prototipos sociales en boga? es compleja de responder, por la falta de tiempos y espacios adecuados para ello, como también por el avance tecnológico que se cierne sobre el diario vivir.

 Independiente de esto, es posible afirmar que todos estos elementos nombrados son parte de una natural condición de la vida humana. Limitada por el escaso tiempo de la existencia, enclavada en lo  que denominamos “la duración” como sustrato del tiempo, nos vemos limitados también por un espacio cada vez más cercano y posible, muy distinto al espacio vivido en épocas pasadas, especialmente por la capacidad de movilización del ser humano y sus avances en este campo.

Vivir un amor sin condiciones, es un desafío que cada día está más allá de nuestras actuales posibilidades. Si a lo ya descrito agregamos todos los elementos de la naturaleza humana, con sus cualidades, virtudes, errores  y defectos, la tarea parece imposible. Solo nos queda, pues, el trabajo personal y social de la esperanza, a la cual jamás debemos dejar de lado, pues ella, querámoslo o no, nos ofrece un sentido profundo a la existencia, superando, poco a poco, la condición de un amor muy limitado, quizá más humano pero enraizado con fuerza a la realidad. 

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