Chile, país de flojos

La Cámara de diputados ha aprobado un proyecto que declara feriados los días 17 de septiembre cuando recaiga en un día viernes y el 2 de enero cuando corresponda a un día lunes. El primer feriado comenzaría a regir el año 2021 y el segundo el año 2017. El presidente de la Cámara Nacional de Comercio ha declarado que aumentar los feriados convertiría a Chile en un país de flojos. Y que además los países con alto grado de crecimiento necesitan trabajar y producir intensamente.

Los trabajadores más pobres, hombres y mujeres esforzados y en contextos vulnerables, quieren trabajar. Son capaces de aceptar trabajos con menor remuneración, con menos estabilidad y con exigencias fuera de lo legal con tal de aumentar sus ingresos y tener un mejor sustento para ellos y sus familias.

Muchos de ellos trabajan más de 12 horas diarias, sin sumar el transporte que es cruzar en un pésimo sistema público la ciudad donde viven.

Empleadas de casa particular que no descansan lo que deben, trabajadores de la construcción que tienen que trabajar de domingo a domingo para ganar más que el mínimo o jornadas laborales que dependen del patrón según el ritmo de la pega.

Hombres y mujeres que llegan agotados a sus casas cuando sus hijos están durmiendo, mal alimentados y durmiendo lo justo para volver a salir a la mañana siguiente. El dinero justo para el pasaje, para el pan, para las cuentas básicas y para comprar en el supermercado. Y cuando no hay “caja”, aceptar pagar en cuotas pagando intereses usureros de casas comerciales que son apenas reguladas.

Qué decir cuándo se quieren formar, cuándo quieren sacar su cuarto medio, cuándo se quieren capacitar. No sólo trabajan, sino que también estudian. Las mayores causas de inasistencias en los programas de capacitación que se dan en instituciones que forman a las personas más vulnerables son porque sus jefes los obligan a quedarse a terminar la pega.

No valoran el esfuerzo de querer ser más; lo importante es terminar la pega. Decae así la vida familiar, decae así la concentración, decae así el descanso, decae así la vida junto a los hijos, la participación en redes sociales y comunitarias. Aumenta así el estrés, la depresión, la culpa por no estar con los hijos, las dificultades de la vida en pareja etc.

Los trabajadores y trabajadores chilenos, especialmente ese 75% que gana menos de $350.000 líquido no son flojos.

Sin embargo, lo más grave es que la evaluación para medir y comparar la calidad de nuestro desarrollo en nuestros trabajadores sea el crecimiento y la producción y no la calidad del trabajo y la calidad de vida de cada uno de los trabajadores chilenos.

El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo. Grave cuando viene de una autoridad que quiere mayores utilidades a costa de evitar la discusión sobre si en Chile tenemos o no tenemos empleos de calidad, especialmente entre los más pobres.

Hoy en nuestro país sólo el 39,9% de los ocupados tiene un trabajo protegido. Es decir, tiene contrato escrito, indefinido, liquidación de sueldo y cotizaciones para salud, pensión y seguro de cesantía.

Grave es que midamos si necesitamos más o menos feriados sacando el trabajador del centro.

Grave que midamos nuestro desarrollo por nuestros niveles de producción.

Grave que no nos preguntemos por la calidad de nuestros empleos.

Grave es que miremos con desdén la capacidad de nuestros trabajadores creyendo que pueden llegar a ser flojos y nos veamos si tienen las condiciones mínimas para vivir dignamente.

Flojo, más bien, es aquel que hace análisis pobres, limitados, unidimensionales para evaluar el desarrollo de nuestro país.

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