Igualdad de oportunidades: las científicas (también) exigen equidad

Los datos entregados por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) muestran que aunque la participación femenina en carreras de pregrado alcanzó el 53,1% en 2018, la matrícula femenina en las carreras del área científica sólo alcanzó el 22%. Esto no sólo ocurre en nuestro país, sino en prácticamente todo el mundo.

En la ciencia, la búsqueda de mayor presencia femenina no obedece sólo a un principio de equidad: el trabajo científico requiere de miradas diversas que permitan considerar distintos puntos de vista de un problema, enriqueciendo la solución. Por esto es importante incrementar la participación de mujeres en ciencias en general, y particularmente en las llamadas disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), mayoritariamente cultivadas por hombres.

Los datos muestran que las mujeres están infrarrepresentadas, no sólo en las tareas de investigación, sino también en los niveles superiores de toma de decisiones: en las universidades del CRUCH menos de 25% de los profesores titulares son mujeres.

Esta inequidad de género no se resolverá sin acciones concretas. La inclusión no es una concesión, debe convertirse en política pública. Más cuando los efectos de la pandemia podrían revertir los avances en igualdad de género y derechos de las mujeres de los últimos años.

En Chile desde hace una década Conicyt (hoy ANID) comenzó a visibilizar las diferencias de género en ciencias. El punto de partida fue recolectar datos, identificar y medir las barreras y brechas y buscar medidas para apoyar a las que buscan desarrollar una carrera académica y de investigación, creando incluso un consejo circunscrito al Ministerio de Ciencias que apunta justamente a esto. Pero no basta. Según la información oficial disponible, desde 2018 ha aumentado levemente la participación de mujeres en postgrado, pero esto no se traduce en un aumento de su participación liderando investigaciones o en iniciativas de desarrollo tecnológico.

El potencial de niñas y mujeres brillantes que podrían estar interesadas en STEM se pierde, porque en muchos casos desisten de seguir adelante debido a los diversos obstáculos que pueden enfrentar. Esto es una oportunidad perdida, tanto para las propias mujeres, como para la sociedad en su conjunto.

Obstáculos culturales que repetimos sin pensar cuando hacemos diferencias en los colores y juguetes propios de niños y de niñas, en las actividades escolares y deportivas, aportan a crear estereotipos en las disciplinas o profesiones "para hombres y para mujeres". No existe igualdad de género sin acceso equitativo al conocimiento: las mujeres deben tener acceso a la ciencia en su plenitud, estudiarla, enseñarla y aportar en aquellos puestos de trabajo y decisión que permitan desplazar sus fronteras hacia el futuro.

En paralelo, las instituciones deben hacer un esfuerzo adicional para visibilizar a las mujeres en el sistema CTI, estableciendo mentorías orientadas tanto a niñas que muestren interés por la ciencia en los colegios como a estudiantes de pre y postgrado de carreras científicas en áreas en las que las mujeres están subrepresentadas. Y las universidades y centros de investigación deben promover el uso de salas cunas para madres y padres, fomentar el uso del permiso postnatal parental y avanzar finalmente hacia la equidad de género en los mayores niveles jerárquicos.

Muchas veces las mujeres desistimos de asumir desafíos por el impacto que pueden traer a la vida familiar. Por ello es imprescindible que existan las medidas que permitan a las mujeres asumir todos su roles sociales, laborales y familiares, permitiendo que estos se desarrollen en armonía.

Quienes lograron hace 100 años que Chile contara con la primera Ley de Sala Cuna dijeron ya en ese entonces que este era el primer paso para una maternidad protegida. Hoy las chilenas no quieren sólo acceso al mundo laboral, sino desarrollar sus talentos, incluyendo la especialización, los posgrados, la ciencia y la tecnología de frontera. Y no deben por eso renunciar o postergar sus roles como madres, hijas o compañeras.

La responsabilidad de avanzar está en nuestras manos. Los resultados afectarán a una generación diferente. Por eso es fundamental tomar las medidas hoy para generar juntos un mejor mañana.

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