Las redes sociales, esa realidad con que vivimos

Soy un comunicólogo que comenzó a utilizar la Internet cuando no existía la Web. Entonces era el correo-e el método más factible para conectarse con otras personas.

Con un amigo ya fallecido, Francisco Tokos, creador del DUOC en la UC, cuando Fernando Castillo Velasco era el Rector, por el año 1982 u 83 tratábamos de dictar cursos a Guatemala en una mezcla de computación y línea telefónica.

No soñábamos con que hoy cualquiera desde su celular puede estar conversando en el metro con su amiga en Suiza o tomando una clase dictada en Moscú.

La Web puesta en marcha a comienzos de los 90 por Tim Bernes-Lee y Robert Caillian es la ruta en la cual nacen las llamadas “redes sociales”, hoy fortalecidas hasta el infinito con el uso del Whatsapp, para mi “WateSapo” je je.

Analizar el fenómeno de estas redes se ha convertido en un rumbo cierto en las ciencias sociales. Es así que muchas veces hemos leído o escuchado que estas redes son origen de reacciones sociales que se dan cuando la gente está harta de noticias, de política, de partidos políticos o de los problemas diarios y busca comunicarse con otros para reír y deshogarse. Se ha afirmado que favorecen el contacto entre las personas, lo que en alguna corta medida es efectivo.

Hace algunos años decidí embarcarme en conocer mejor esta realidad. Me he inscrito en multitud de sitios para enterarme de cómo se usan y cual es el nivel de interacción y comunicación entre los usuarios.

Entre otras, soy parte de Facebook, con 1.600 millones de inscriptos, de Tagged con 300 millones o de Whatsapp, con 1.000 millones y de muchos más.

Los años que llevo navegando en ellas me han demostrado que sí, la comunidad ha accedido a las nuevas tecnologías y las utiliza insistentemente. Pero también he podido cotejar que no por eso es mayor la comunicación entre las personas que la utilizan.

En cada uno de esos sitos tengo cientos o miles de “amigos”. De esos converso o chateo habitualmente solo con unas pocas decenas. Generalmente amigos o familiares conocidos fuera de las “redes sociales”.

Casi nadie dialoga con otros. Lo gobernantes, políticos o personajes destacados que son parte de ellas no participan activamente. Las respuestas en general las dan sus empleados u asesores.

Pero no sólo sus asesores, de igual forma usan el llamado Bot, que permite la respuesta inmediata sin necesidad que un humano lea el mensaje. El Bot, es un programa que interactúa con otros programas, servicios de Internet o personas como lo haríamos tú y yo. Pero no es un programa solo para los grandes, cualquiera puede tenerlo.

Para Facebook, la más grande de las redes, hay una oferta en Internet, Botsify, que permite que cada usuario pueda crear los suyos.

Hace un tiempo, en esa red descubrí la existencia de multitud de grupos Hot, de alto contenido sexual. En ellos es habitual el uso de Bot, seguramente por parte de las productoras, para derivar al usuario a sitios donde se exhiben videos porno. Pero también los hay de usuarios modestos que solo son vendedores de productos para el sexo o de servicios sexuales.

Lo que he podido comprobar en estos años de navegación y exploración por la “redes sociales” es que ciertamente favorecen el contacto entre las personas. Pero no son un medio de comunicación entre la mayoría absoluta de los usuarios quienes la usan simplemente como la pared donde escriben lo que se les viene a la cabeza cuando están conectados.

Desde inocentes “qué rico el café de esta mañana” junto a una foto humeante, pasando por algunas de alegría “mi nene cumplió hoy cinco añitos” u otras vulgares “…lindas tetas tienes negrita” en un grupo Hot.

El comunicólogo y sociólogo Umberto Eco, autor del El Nombre de la Rosa comentaba sobre el uso de las llamadas redes o páginas sociales, “las redes sociales le dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad”. Es importante reflexionar sobre lo que decía Eco.

Las expresiones no pasan de ser eso palabras, frases o manifestaciones individuales. No se abren al diálogo, al intercambio, salvo de insultos, que también se da.

Son como los muros de la calle o de un baño público y el referido hartazgo de la política, las noticias o los problemas diarios es solo una instrumentación de los grupos de poder para ejercer un mejor dominio sobre la comunidad.

Desde Facebook:

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